“Hay grados tremendos de crueldad animal en Albacete que asustan y abruman”

/Sandra Manzanares/

Perros encerrados en balcones, tirones de correa o animales vagando por las calles son situaciones que alguna vez, por no decir de manera frecuente, presenciamos en el transcurso de nuestra vida. Formas de maltrato que hemos normalizado y que van más allá de los golpes físicos a los animales, suponiendo auténticos actos de crueldad contra estos seres vivos.

A veces el “exceso de cariño” hacia las mascotas, que, como nos explica la responsable del Arca de Noé en Albacete, Soledad Calvo, no es “cariño real”, constituye un modo de maltrato a los animales ciñéndolos a situaciones que “no son propias de su especie”, teniéndolos todo el día en casa o en brazos, sin permitirles que hagan lo que haría cualquier perro o gato por naturaleza como disfrutar del aire libre, olerse o jugar.

“Crueldad es cualquier acto que lleve al sufrimiento de cualquier tipo, cualquier falta de respeto a los derechos fundamentales de un animal, que incluye, como no, el abandono”, nos explica Soledad Calvo. En este sentido, la responsable del Arca de Noé reprueba los métodos que muchos dueños utilizan con sus mascotas para gestionar problemas de comportamiento, pues “no es aceptable golpear o abusar físicamente de un animal, hay otras técnicas de refuerzo positivo que se pueden emplear”.

Con ello, Soledad viene a decir que si bien es cierto que “hay grados tremendos de crueldad que asustan y abruman”, en Albacete se dan otros casos que no reciben el rechazo público y deberían hacerlo tanto como el suceso ocurrido en 2.015, cuando un perro, cerca de Mahora, recibió dos tiros por haber matado a una gallina. Actitud que se podría haber corregido sin violencia ni maltrato.

Legislación adecuada

Para evitar estas circunstancias, Soledad resalta la educación y la legislación como dos pilares fundamentales, lamentando que “los gobiernos no inviertan en el respeto a los animales”, pues la legislación actual en Castilla-La Mancha referente a este tema data de la década de los 90, asegura, y no “protege a los animales”. Y es que, las leyes van de la mano de la educación, pues si una no se apoya de la otra, “las nuevas generaciones seguirán en la Edad Media, que es donde estamos”, sentencia.

La crueldad animal engloba también el maltrato psicológico, como así lo recogen cada vez más países que consideran a los perros seres sintientes a los que les afecta el desprecio humano. Sin embargo, uno de los miembros de ‘Dejando Huella’, Antonio José Fernández, lamenta que en España todavía estemos “muy verdes” en este aspecto, y en Albacete, concretamente, “falta muchísimo” por hacer. Un cambio que debe empezar por la concienciación, pues la carencia de empatía y cuidados hacia los animales nos tiene sumergidos en “La Mancha profunda”, apunta Antonio José.

En la última reforma del Código Penal, continúa el miembro de ‘Dejando Huella’, queda reflejado que para que haya delito de maltrato animal “no hace falta que sea con resultado de muerte, sino con lesiones, algo que es un avance”, pero que no es más que la punta del iceberg. Por lo que, en estos días, ya que abril es el mes de la prevención de la crueldad contra los animales, igual que debería hacerse el resto del año, desde las asociaciones y protectoras inciden en la necesidad de hablar de la lucha contra la crueldad en los animales y conocer qué es, para evitar que se siga desarrollando.

Así, Antonio José detalla que el correo de denuncias de ‘Dejando Huella’ “tiene mucho movimiento” albergando situaciones que “sobre el papel o con la ley en la mano son complicadas de considerar como maltrato animal”, por eso es difícil, continúa, dar respuesta a todas ellas. En este punto, Antonio José incide en la concienciación como una de las llaves que abra la puerta de las soluciones, que pasarían inevitablemente por la educación, que “lo es todo”.

Reconociendo que “es imposible rescatar a todos los animales de las calles”, algo que, además, “no soluciona nada”, Antonio José insiste en que “lo que hay que evitar es que suceda”. Para lo cual, “basta con que nos pongamos en el lugar del otro”, añade Soledad, quien nos recuerda que “los animales sienten y son capaces de sentir un sufrimiento tremendo”, plasmado en sus propias miradas y en unos cuerpos vencidos, que muchas veces se abandonan esperando la muerte porque no pueden soportar tanta tristeza. De esta manera, Soledad apunta que “si las personas se asomaran a esa tristeza, lo mismo aprendían a respetar un poco más a los que están dispuestos a dar la vida por ellos siempre, mientras que nosotros les damos a cambio sufrimiento y maltrato”. Y lo peor, es que muchas veces lo hacemos sin darnos cuenta.

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