/Sandra Manzanares/Vídeo: Jennifer Comuñas/Fotos: María Guerrero/
El arte de tatuar se remonta en el tiempo mucho antes de lo que la gente cree. Hace nada más y nada menos que 3.000 años, los egipcios ya empleaban la técnica del tatuaje para hacerse grabados en la piel. Una práctica que resurgió en nuestra sociedad en la década de los 60 cuando los jóvenes comenzaban a tatuarse y que continúa ganando adeptos, pero esta vez, entre un público más variado.
Y es que la destreza de tatuar constituye una disciplina cargada de sentimientos que permite a los tatuadores volcar su inspiración en el cuerpo humano, y como no, a quienes se tatúan, dejar constancia en su piel de momentos y significados relevantes en su vida. En ‘Studio 23 Tatto’ nos encontramos con Juan, uno de sus clientes, inmerso en pleno proceso de grabado, quien nos confiesa llevar 6 o 7 tatuajes, pues éste es un “vicio” que termina creando adicción. En esta ocasión, el profesional Javier Romero dedica toda la sesión a fijar en la parte trasera de uno de los brazos de Juan un ojo, que bien pudiera ser parte del cuerpo del cliente, debido al extremo realismo con el que ha sido confeccionado.
Otros como José, que nos recibe sobre una de las camillas del local de ‘Etnias Tatto Collective’, señala que el símbolo romano que está floreciendo en la parte superior de su brazo izquierdo es su primer tatuaje, regalo de su hija, a la que meses antes acompañó al mismo estudio para que se hiciera un tatuaje. Respecto a la sensación que produce el hecho de tener una aguja recorriéndole la piel, José nos cuenta que “no es tan dolorosa”, y que “se puede aguantar bien”, por lo que no descarta continuar adornando su cuerpo.
Eso sí, el proceso de tatuar es complejo y parte de la decisión de la persona que acude a los profesionales para tatuarse, y continúa con el perfeccionamiento del diseño y su posterior calco sobre la piel para que todo quede bien atado y después no haya arrepentimientos. Aunque la gente “lo suele tener bastante claro”, detalla uno de los tatuadores de ‘Etnias Tatto Collective’, Alejandro Josits, hay quienes albergan ciertas dudas por lo que, lo primero que se hace es hablar con ellos y comprobar que realmente quieren tatuarse. Aun así, si se diera el caso de que el cliente se retractarse, existen técnicas de borrado de la tinta que trabajan para eliminar esta sustancia del organismo.
Además, hay que tener en cuenta que con el tiempo las modas van cambiando. Y es que, como nos cuenta Javier Romero, hace unos años tatuarse infinitos, nombres, iniciales o estrellas era tendencia mientras que actualmente la apuesta de uno de los sectores del mundo del tatuaje se perfila en torno al realismo en blanco y negro, que es por lo que Romero es conocido en Albacete.
El tabú de tatuarse
Tanto Romero como Josits coinciden en que en nuestra ciudad hay un volumen de trabajo “bastante alto”, pero todavía continúan existiendo prejuicios con la gente que luce tatuajes en zonas visibles de su cuerpo. De hecho, algunos “creen que eres menos capaz” por tener el cuerpo tatuado, algo que, a día de hoy continúa “condicionado y, bastante a muchas personas”, detallan.
Y es que, el llevar tatuajes no determina las características profesionales de un trabajador y menos, sus cualidades personales. Por lo que, abogan por la libertad de que “cada uno lleve lo que quiera y muestre lo que quiera”, debiéndose valorar el trabajo que una persona desempeñe “independientemente de su apariencia”.
En cualquier caso, y pese a los prejuicios y los susurros que muchos puedan levantar a su paso por la excentricidad de su aspecto, lo cierto es que cada vez más personas eligen embellecer su cuerpo con los tatuajes ya sea con formas indefinidas, realistas o símbolos en color o en blanco y negro. Dan igual las opiniones, los gustos o el tamaño del tatuaje elegido, lo que realmente importa es lucirlos a gala. Mostrando el tatuaje. Enseñando el alma.
