Las Jornadas Nacionales de Exaltación al Tambor y el Bombo, base para la declaración de las Tamboradas como Patrimonio de la Humanidad

Los municipios implicados en la candidatura de las ‘Tamboradas. Rituales de toques de tambor’ en representación de España a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco para 2017 van a buscar el apoyo explícito de sus gobiernos regionales –los de Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Murcia y Comunidad Valenciana–, en virtud de las acciones a desarrollar dentro del proceso que va a iniciar tras aprobarse la presentación de este proyecto.

   Así lo ha adelantado a Europa Press el presidente de la Asociación de Peñas de Tamborileros de Hellín (Albacete), Fernando Picornell, quien ha señalado que después de que la 78º reunión del Consejo de Patrimonio Histórico aprobase por unanimidad la presentación de la candidatura de las tamboradas, la intención es crear una comisión específica compuesta por representantes de las distintas partes de España que tocan el tambor para planificar acciones comunes.

   Esa comisión, que empezará a funcionar una vez que pase la Semana Santa y toda vez que el presidente del Consorcio Nacional de los Pueblos del Tambor y el Bombo, Antonio Mesa, ha sido reelegido en el cargo, se encargará de concretar y realizar un seguimiento de las distintas acciones que, junto con el Ministerio de Cultura, se van a desarrollar dentro de la candidatura.

   Las tamboradas ya optaron en 2014 a ser declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial pero la Unesco «tuvo dudas», según Picornell, al respecto de «cuál era la unión que había entre ellas» ya que «cada una argumentó muy bien» de forma individual su motivación, pero no el fundamento principal que unía a la veintena de localidades que tocan el tambor y el bombo en España.

   «La principal unión es que llevamos 31 años celebrando las Jornadas Nacionales de Exaltación al Tambor y el Bombo» y eso es «lo que se va a fomentar» en este nuevo intento, en el que no hay que presentar la documentación entera «sino aclarar aquellas partes relativas a la relación y la vinculación de todos los pueblos», ha explicado Fernando Picornell.

   Para incidir en esa conexión, las jornadas de exaltación son el punto fuerte que trabajará la candidatura, tanto desde el punto de vista de los actos como de las reuniones entre las localidades participantes, las muestras que organizan o incluso «la obra civil» que comparten, en referencia a los monumentos alusivos a la tamborada que existen en cada localidad.

RECABAR APOYOS

   Así, dentro de los trabajos a realizar, la futura comisión quiere reunirse con los presidentes o responsables culturales de los respectivos gobiernos autonómicos afectados, que son «los mayores valedores y defensores» de las comunidades autónomas, «para recabar apoyos» a esta candidatura, que será estudiada por la Unesco en el ciclo 2017-2018.

   La candidatura asocia lugares dentro del Estado español en los que se celebran rituales que consisten en el toque intenso y continuado del tambor y bombo de forma simultánea y colectiva, en un espacio público, generalmente en el marco temporal/ritual de la Semana Santa y coincidiendo con los lugares de desarrollo de dicha celebración.

   En concreto, el expediente cita a 17 localidades: Baena (Andalucía); Albalate del Arzobispo, Alcañiz, Alcorisa, Andorra, Calanda, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda, Urrea de Gaén (Aragón); Agramón, Hellín y Tobarra (Castilla-La Mancha); Alzira y Álcora (Comunidad Valenciana) y Moratalla y Mula (Murcia), aunque sobrepasan la veintena las que se dan cita en el encuentro nacional de exaltación organizado por el Consorcio.

   Esta práctica social cuenta con una participación multitudinaria en auge, con miembros de distintas edades, género y situación socioeconómica, organizados en grupos que reciben distintos nombres: cuadrillas, peñas, turbas, cofradías, según las localidades donde se celebren.

   La vestimenta se caracteriza por ser colorista, mostrando un significado simbólico. En algunos casos muestra uniformidad dentro de cada grupo o localidad y en otros casos es libre e individual. La cabeza se cubre con cascos, capuces, terceroles y capirotes (que ocultan totalmente la cara), y el cuerpo con túnicas, casacas, pantalones y pañuelos al cuello. En el transcurso del ritual se participa colectivamente en actos de comensalismo (beber y comer en grupo) en espacios específicos preparados para ello: peñas, cuarteles, casas, y cofradías.

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