/Llanos Esmeralda García/Fotos: Pilar Felipe/
La Feria de Albacete tiene una peculiaridad y es que si bien nos muestra la actividad de la ciudad no podía faltar poder conocer nuestras raíces, y una de ellas es esa que viene de los largos días de invierno en el que no era raro ver junto a la lumbre o a pleno sol a un agricultor o a un pastor de la provincia trenzar con sus trabajadas manos las hebras de esparto para confeccionar pleita. Y es que con el esparto se elaboraban un sinfín de utensilios para el quehacer diario. Hoy en día son pocos los que saben utilizar esta materia prima en desuso, una que no hace mucho fue la principal fuente de riqueza de muchas familias albaceteñas. Para que no se pierdan estas formas de entender la vida está la Universidad Popular, quien esta mañana ha ofrecido a los visitantes de la Feria de Albacete, gracias a un nutrido grupo de artesanos, de aficionados y alumnos del aula de artesanía y naturaleza lo que se puede realizar con el esparto.
Los viejos esparteros que igual hacían una pleita que un recincho aprendieron de sus padres y éstos de los suyos, pasando de generación en generación, aunque ahora se haya perdido. Ellos mismos se hacían un cesto para la recogida de las producciones, una soga para atar la carga, un serón para transportar alimentos, unas agüeras para transportar los cántaros en un caballo, una cachulera para llevar los caracoles o incluso calzado cómodo para la jornada de trabajo. Esta mañana las virguerías que hacían con sus manos los entendidos del esparto no han dejado indiferente a nadie que se acercaba, en este caso, uno de ellos ha explicado a El Digital de Albacete que “estoy haciendo una caracolera, es trenza, esparto enredado, como si fuera una trenza a la que vas añadiendo esparto. Esto lo hacía mi padre, mi abuelo y seguimos en adelante, ahora mis hijos me dicen de enseñarles pero las nuevas generaciones tampoco se interesan mucho, aunque van ganando adeptos. Yo en concreto, lo llevo haciendo desde hace tres años”, explica Daniel García, este albaceteño “criado en Casas de Juan Núñez”.
Antiguamente incluso se forraban botellas con pleita fina para mantener el agua o el vino frescos, ha detallado a sus 88 años José Ramón Campayo ”aunque hoy he hecho un joyero, hecho en redondo con vueltas de esparto. Llevo 42 años trabajando con el esparto, empecé poco a poco viendo cómo se hacía hasta que ahora puedo hacer lo que me guste”, natural de Bogarra, ha explicado que “me relaja, me entretiene y si puedo lo vendo”.
Esta ha sido una ocasión perfecta para que se mantenga una tradición que, dicen, no es nada complicada y que con mucha imaginación se pueden hacer muchas cosas, ejemplo de ello son los bolsos y artículos de decoración que se elaboran con esta materia prima tan nuestra.