Mientras que a finales de los años 90 era casi impensable que un pequeño negocio local o un emprendedor se decantaran por dedicar una parte de sus recursos y esfuerzos en crear una página web, a día de hoy es de lo más normal. Internet se ha convertido en un escaparate al mundo que permite darse a conocer de forma global con recursos limitados.
Las características que debe tener una página web no difieren mucho de las de su equivalente físico. Del mismo modo que una tienda ha de tener visibilidad y una apariencia cuidada para resultar atractiva al consumidor, una página tiene que ser llamativa para los usuarios y proporcionar una experiencia de navegación agradable para conseguir su objetivo. Igual que nadie permanecería mucho tiempo en un establecimiento escondido y cochambroso, no se está mucho en una página web que tarda mucho tiempo en cargar o que no es intuitiva.
Y en la red, los primeros segundos son vitales, pues las estadísticas indican que un usuario decide tras el primer golpe de vista si la página es interesante para continuar navegando o si cerrarla y seguir buscando. Por ello, ya se trate de un blog, una web corporativa o una tienda en línea, es imprescindible prestar atención al diseño, la estabilidad y el tiempo de carga para asegurarse que ofrece lo que el usuario está buscando.
Si bien hace unos años una empresa tenía que dedicar gran parte de su presupuesto en contratar a un profesional para diseñar su imagen en línea, hoy en día todos estos procedimientos se han simplificado gracias a las empresas del sector de servicios web.
Estas empresas suelen proporcionar servicios de hosting, servicio técnico exclusivo y compatibilidad con gestores de contenidos como Wordpress o Joomla, entre otros. Gracias a estos servicios, accesibles y con costes asequibles, se han disparado las cifras de la creación web en los últimos años, y siguen en aumento. Basadas generalmente en plantillas prediseñadas, que cuentan con una serie de características que se sabe que funcionan, y que se pueden personalizar para adaptarlas a las necesidades de cada negocio.
Además, casi tan importante o más que el diseño es el contenido. Una página web no deja de ser un medio más mediante el cual la empresa se comunica con sus posibles clientes. Es cierto que es el medio que más facilidad y alcance puede tener, pero si está mal enfocado también puede significar un derroche de recursos. Según las últimas estadísticas, ya hay más de 2500 millones de usuarios de internet en todo el mundo. Es difícil pensar en una forma más fácil de llegar a un mercado tan amplio, ahora solo falta que las empresas sepan aprovecharlo.