Encontramos esta localidad alzada en una roca sobre un meandro del Júcar. Su Castillo, de origen árabe y raíz andalusí, ofrece unas espectaculares vistas que le convierten en uno de los principales reclamos de los visitantes. En el camino hacia el mismo se pueden descubrir sus casas, que escalan hasta él y añaden belleza al paisaje. El cañón del Júcar se recorta en láminas en su base, como una tarta de caliza que le confiere un peculiar aspecto,
Se sabe que hacia el siglo XII fue fortaleza musulmana y que formaba parte de la línea defensiva que los árabes construyeron en las riberas del río, para contener la creciente presión de los reyes cristianos.
La visita a Alcalá del Júcar no puede terminarse sin acudir a la parroquia de San Andrés, uno de los edificios más significativos de la población. Es una construcción de nave única y muy alargada, construida entre los siglos XVI y XVIII, del XVI conserva la bóveda de crucería con terceletes y en el XVIII se amplió la cabecera con un crucero y una cúpula.
Siguiendo el descenso llegamos al bello puente sobre el Júcar, del siglo XVIII al que se ha atribuido con frecuencia mayor antigüedad.
Otra seña de identidad de Álcala del Júcar, son sus célebres cuevas por sus diferentes usos. De especial interés son los túneles de los bares como la cueva de Masagó o la cueva del Diablo.
