Seis años de cárcel para la autora de una estafa piramidal de 2,2 millones de euros en Albacete

 La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Albacete ha condenado a P.A.A. a seis años de prisión y a pagar una multa de 1.620 euros por cometer una estafa piramidal con la que se hizo con 2,2 millones de euros de 34 personas, quienes tendrán que ser ahora indemnizadas con la misma cantidad.

   Según recoge la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, ha resultado probado que la acusada, entre los años 2005 y 2009, pidió y obtuvo un total de 2,2 millones de euros recibidos de numerosos inversores para invertirlos en bolsa, prometiéndoles a los afectados un interés anual que oscilaba entre el 10 y el 12 por ciento, según pactasen con ella el cobro de los mismos de forma mensual o anual y según convencieran o no a otros inversores para depositar dinero en poder de P.A.A.

   Ésta, para ganarse la confianza de los depositantes, les hacía ver que era analista de mercados y que se dedicaba desde hacía mucho tiempo a la actividad de administración e inversión de patrimonio ajeno bajo su propio nombre, actividad para la que decía tener la correspondiente titulación pese a que no era cierto.

   Explicaba a sus víctimas que las inversiones las realizaba por medio de una empresa de Madrid, en la que ella realizaba las inversiones que le confiaban sus clientes, y así fue captando entre sus amigos y conocidos a personas que confiaron en la relación de amistad que les unía, en la experiencia que la misma decía tener en las inversiones en el mercado de capitales, en su manifestación de que por su habilidad no existía riesgo de perder el capital y en el hecho de que inicialmente la acusada entregaba puntualmente los intereses pactados, muy superiores a los que concedía cualquier otra inversión en bolsa o bancaria.

   La mecánica de la acusada, una vez que se había ganado la confianza de los inversores a los cuales captaba ella directamente o bien le llegaban a través de personas que ya habían invertido y que, al ir recibiendo sus intereses de forma regular, confiaban en la actividad de la acusada, les decía que le tenían que entregar el dinero en metálico, acordando el interés de la inversión y la forma de pago de los mismos, pero sin firmar ningún documento.

   Entregaba a los inversores únicamente unos cheques, en alguna ocasión pagarés, por el importe de la inversión, con los cuales les decía que podían recuperar su dinero cuando quisieran, firmados por P.A.A. y librados contra cuentas de entidades bancarias de las que era titular.

   Dichos cheques eran entregados, la mayor parte de las veces, sin fechas, y las cuentas contra las que se libraban carecían en todo momento de fondos para poder hacer frente a los pagos.

   Durante varios años, y mientras se fueron captando nuevas víctimas para su trama, la acusada iba abonando los intereses acordados entregando los mismos en mano a los inversores con los cuales concertaba citas, a veces incluso en la propia estación de autobuses, y les daba los intereses en metálico y sin ningún tipo de retención fiscal, diciendo la acusada a los perjudicados que ella ya había hecho todos los pagos fiscales.

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