/Esther Sotoca/ Fotos: Javi Romero/
No hay nada más bonito como llegar a la cumbre, seas escalador, bailarín, ingeniero o torero. Los que han estado en ella o están, por lo general, saben lo difícil que es conseguirlo, el tiempo y el sudor que hace falta hasta llegar, pero cuando se consigue todo tiene un sabor especial. Cumbre precisamente estuvo ‘El Juli’ en la corrida de toros que cerraba la Feria de Albacete, con indulto incluido. Precisamente lleva años en la cumbre del toreo y no por casualidad, sino por ser el torero actual más poderoso del escalafón, porque cuando quiere los rompe por abajo como nadie, y eso es a lo que ya va teniendo acostumbrada a la afición, pero que no deja de volverse loca cuando lo ve hacerlo. Él sabe lo complicado que fue ganarse el respeto, pero hoy cuenta con el de todo el del mundo, ha ganado sobre el albero. En esa cumbre junto al madrileño hay otros grandes toreros compartiendo sitio durante años, por lo que ha llegado el momento de abrir paso a savia nueva que garantice un futuro tan bonito como el que ya ofrecen las figuras. Estas líneas no se refieren a que las figuras se tengan que quitar, ni mucho menos, porque la faena del Juli al toro indultado fue de plenitud. Es más, los dos jóvenes toreros que compartían cartel con él y que piden que lesa abran paso a gritos con sus trastos, vieron a un maestro cuajando a un toro de verdad después de 16 años en esto. Y ahí es donde tienen que aspirar a llegar. Pero no cabe duda que tanto López Simón como José Garrido necesitan estar a su lado en los carteles para seguir mejorando y continuar sin pausa y sin prisa su camino hacia la cumbre, porque han vuelto a demostrar que la pueden alcanzar. Vergüenza torera y torería los dos, que venían a cubrir la baja de Miguel Ángel Perera, en el cartel más esperado de la Feria, mano a mano con ‘El Juli’ con toros de Daniel Ruiz. Ahí es ná. Ambos estuvieron a la altura y no solo por la disposición de su bisoñez, sino por el buen toreo de sus muletas que si no hay nada que lo entorpezca los llevará a lo más alto del escalafón. Los que están ahí piden los toros del albaceteño Daniel Ruiz, en la cima de los ganaderos, y que está convirtiendo lo histórico en habitual: cuatro indultos en dos años en la Plaza de Toros de Albacete. En esta ocasión el toro tuvo una calidad extraordinaria, aunque como suele suceder en estas ocasiones comenzarán los debates sobre si era indulto o no. Los partidarios de que sí recurrirán a que ‘Cortesano’ no se cansó de embestir, mientras que los que digan que no argumentarán que al toro no se le vio en el caballo. Ambas manifestaciones ciertas. En cuanto al resto de la corrida, la presentación fue desigual, algunos la tuvieron justa y otros por debajo, y el juego fue variado, dentro de la exigencia del toro que cría el ganadero de la tierra.
El cuarto saltó al ruedo para hacer historia. Se trataba de ‘Cortesano’, un toro castaño de Daniel Ruiz marcado con el número 100 y 401 kilos. El Juli pisó el ruedo dispuesto a todo, pues ya había lidiado a cinco toros en la feria sin cortar una oreja, la feria se le iba y sus compañeros de cartel ya contaban con un trofeo cada uno en el marcador. Lo toreó con gran empaque a la verónica, aunque lo que más gustó al público fue el quite por “lopecinas” en la misma boca de riego, suerte que últimamente no prodiga el madrileño a pesar de recibir ese nombre por su apellido. Lo brindó al público enrazado, lo vio claro, y de nuevo en los medios citó al toro con pases cambiados por la espalda. Sonaba a lío gordo. El toro ya había mostrado su condición, extraordinaria, ya que reunió humillación, bravura y ritmo en sus embestidas, que fueron a más después de no ser muy castigado en el caballo en el que no se empleó. Con este material en sus manos por fin Albacete pudo ver al figurón, al poderoso Juli. No se puede torear con la mano más baja, en cada muletazo más de media tela iba arrastrada por el suelo, pero templada y obligando a que el toro siguiera el camino que marcaba. Tampoco se puede torear más largo, vaciando la embestida del toro en cada muletazo. Todo ello con un gran arrojo, no había quién lo parara en una actuación ligada y de gran profundidad por ambos pitones. Pero es que tampoco había quién parara al de Daniel Ruiz, que resultó una maquina de embestir. La plaza se volcó con el torero, y se rompió a mitad de faena, a medida que todo iba a más, diestro y torero. Precisamente ese punto de inflexión lo marcó una tanda iniciada con la diestra en la que el cambio de mano fue perfecto para seguir al natural dando casi una vuelta completa con su oponente metido en la muleta. Hasta el último momento estuvo toreando, y cuando se perfiló para entrar a matar, los fuertes pitos que pedían el indulto de ‘Cortesano’ lo impidieron. EL presidente no tardó en sacar el pañuelo naranja que anunciaba el perdonarle la vida al toro. Fue el propio Juli quien lo llevó a corrales, para después pasear las dos orejas y el rabo simbólicos, pues sin duda el toro fue a más por las manos que tiene este torero de época. Sobran las palabras, no se vaya Don Julián.
Nadie auguró un resultado ni parecido al inicio del festejo. Muy parado en el capote, derribó al caballo sin consecuencias y para la muleta fue muy complicado, ya que tuvo poco recorrido y conforme se fue apagando se volvió más protestón. El madrileño también salió frió al ruedo, y tras intentar justificarse, sobre todo por el derecho que se dejaba más, la faena no llegó a entonarse. Lo pasaportó con una estocada trasera y dos descabellos, y su actuación fue silenciada.
Gran ovación dedicó la afición de Albacete a López Simón, ya que volvía al escenario donde hacía justo una semana recibió una fuerte cornada. Un compromiso que el madrileño sabía que era fundamental para poder abrirse paso. Lo saludó bien a la verónica, pero lo mejor llegó con la tela. Brindó a Pascual González Masegosa, cirujano jefe de la plaza de toros de Albacete, y que junto a su gran equipo de profesionales, hicieron que el joven torero se pudiera vestir de nuevo de luces en un gran compromiso, clave para seguir el camino a figuras. La faena fue por el pitón derecho, y a pesar de estar mermado por las recientes heridas, toreó con una gran clase e impresionante verticalidad. El de Daniel Ruiz tuvo buen fondo y se desplazó con alegría, viaje que aprovechó López Simón para llevarlo con la muleta desarmada, totalmente recto a pies juntos y alargando los muletazos. Fueron cuatro tandas de gran nivel artístico y gran toreo. Por el pitón izquierdo su enemigo no quería nada, y fue al coger la zurda cuando sufrió un fuerte revolcón que hizo mucho daño en su malherido cuerpo aunque gracias a Dios no hubo que lamentar una cornada. Cojeando volvió a la cara de su oponente para ligarle otra tanda como las anteriores, de toreo muy hondo. Lo despachó de una estocada un poco trasera y un pelín caída pero suficiente para que doblara. Y cuando llegó ese momento los tendidos cambiaron su color a banco y el palco concedió una oreja, a pesar de que el público pedía a gritos la segunda. Por ese mismo motivo el madrileño dio dos vueltas al ruedo. Una atronadora bronca escuchó el presidente, Joaquín Coy, por no conceder la segunda. Cierto es que la faena no se llegó a redondear por el susto del espada, aunque también lo es que las series alcanzaron cotas del toreo muy altas.
Directo a la enfermería se fue López Simón, que desoyendo a los médicos y a su apoderado salió a matar al quinto, por lo que de nuevo la afición albaceteña le brindó una ovación. En este si acusó más la fuerte paliza que llevaba su delgado cuerpo aunque puso todo lo que podía de su parte, como ya evidenció en el saludo al de Daniel Ruiz, que fue noble en la muleta, aunque cabeceo desluciendo las series. Aun así, el diestro ligó tandas de gusto en el sitio, solo moviendo los pies cuando el toro protestaba, pero fiel a la verdad de su toreo, siempre buscando la colocación cruzada. Todo eso sin casi poderse mover, por lo que más mérito tiene el arrimón final. Tras despacharlo fue premiado con una oreja, que le abría una puerta grande gigante, no solo para ver Albacete, sino para vislumbrar el futuro de su carrera. Pues esta tarde era clave para que el público comprobara si puede hacer paseíllos con las figuras y la respuesta fue sí.
Y por esa misma y en las mismas condiciones se fue José Garrido, que como su compañero dio la cara, dejando muchas ganas de volver a verlo si es posible con las figuras. José Garrido volvió a soprender, en esta ocasión por cortar dos orejas al lote más complicado en su conjunto y como ya decíamos en la crónica de su anterior actuación, con solo cinco meses de alternativa. En una palabra capacidad. Su capote tiene un pellizco especial, pues sus verónicas de verdad mecen con una suavidad increíble las embestidas del toro, templadas, y haciéndolas eternas. No perdió oportunidad en demostrarlo ya que en este don basó los saludos de recibo de sus dos toros y los quites a los mismos, pues lanceando así el capote el camino a lo más alto será un pelín más rápido. También importante fueron los pares de banderillas de Javier Valdeoro y Francisco Gómez en el tercero de la tarde, que saludaron la ovación del público. Garrido volvió a demostrar su toreo con su oponente que se desplazó, pero sin terminar de arrastrar el hocico y volviendo muy rápido al cara después de cada muletazo. Aprovechó lo bueno para dejar muletazos de largura y templados, pero siempre con la muleta muy puesta en la cara del astado para evitar que fuera a por él. Un toro que fue colaborador pero gracias a la capacidad del extremo que no dejó que la tarde se le fuera, y le pudo por los dos pitones pero sin abandonar la clase de su muleta. Lo pasaportó de una estocada y paseó un trofeo.
También tenía teclas que tocar el que cerraba la plaza, pero Garrido no se achicó, es más se creció. Se fue a los medios para comenzar la faena con estatuarios sin mover ni un pie y la virtud del extremeño fue tapara los defectos del toro, que se movió con alegría en un recorrido corto, pero el joven espada pulseándolo y tirando de él le alargó las embestidas al igual que tirando los vuelos de la muleta abajo al final de cada muletazo para que no diera el tornillazo. Así, fue cogiendo vuelo la faena, con muletazos que comienzan a tener sello propio de mucho gusto. El toro fue a menos, pero también entre los pitones tiró de él. Tras una estocada en lo alto, paseó una oreja, que según apunta será un de las tantas que recogerá en esta plaza porque tiene personalidad y mucha clase en su tauromaquia.
Esta tarde ha sido la representación de toda una feria, jóvenes toreros que piden paso, mientras que las figuras han pasado más de puntillas, excepto El Juli. Piden paso porque necesitan oportunidades para demostrar que pueden plantarles cara, que pueden ocupar puestos altos en el escalafón, y que necesitan estar con ellos para aprender y que sea conviertan en las figuras del futuro, porque cualidades tienen, ya que si no se abre ese paso se pueden aburrir y acabar en su casa como otros que han tenido posibilidades de ser grande toreros. Pero por favor maestros ustedes aunque abran paso no se vayan, porque han hecho y siguen haciendo soñar el toreo.
Plaza de toros de Albacete, 17 de septiembre. Décima de abono. Lleno. Toros de Daniel Ruiz, indultado el 4º marcado con el número 100 de nombre ‘Cortesano’, castaño y de 491 kilos, para:
Julián López ‘El Juli’: silencio y dos orejas y rabo simbólicos.
Alberto López Simón: oreja y oreja.
José Garrido: oreja y oreja.
