/Esther Sotoca/ Fotos: Javier Romero/
Las piedras preciosas suelen levantar pasiones y cuantos más quilates tengas más sube su valor. Precisamente ahí suele derivar la importancia de muchas joyas. También sucede en el toreo, diferentes conceptos, y diferentes joyas en las muletas, pero no todas tienen el mismo valor. La de José Garrido es muy cara, de muchos quilates, y que dentro de poco le llevarán junto a las joyas más preciadas del momento, las figuras del toreo. José Garrido cortó tres orejas, que podían haber sido cuatro de no fallar con los aceros, después de dos faenas muy distintas, pero llenas de clase y temple ambas. Logró romper la plaza al compás de su capote y de su muleta que dejaron lo mejor sobre el coso albaceteño de los que va de feria. También fue importante la actuación de Juan del Álamo, otro con una muleta de valor y que por eso hizo el paseíllo en Albacete. Estuvo muy entregado durante toda la tarde y a la altura de las exigencias de su lote y logró un trofeo. No fue el caso de Diego Urdiales, el que con su toreo ha ganado estar en diferentes ferias, de hecho venía sustituyendo a Jiménez Fortes después de abrir la puerta grande de Bilbao. Pero eso no se vio en Albacete, no se acopló en ningún momento y su paso por esta feria fue casi inédito. Muletas caras exigían los toros de Montalvo, muy bien presentados, y de juego desigual, aunque con emoción casi todo el encierro.
Después de la tarde en Albacete José Garrido no solo ha ganado crédito, sino que ha dejado claro que su toreo es muy caro. De figura. Hace exactamente un año hacía el paseíllo en esta misma plaza como uno de los novilleros con más ambiente, logrando salir a hombros mientras que apuntaba maneras. En esta ocasión salía desmonterado, puesto que era la primera vez que pisaba el ruedo albaceteño como matador de toro. En esta ocasión no apuntó maneras, sino que disparó y eso que ni ha cumplido cinco meses de alternativa, pero su tarde fue de torerazo con todas las letras. Al primero de su lote lo recibió de rodillas con dos largas cambiadas para seguir meciéndolo con mucho gusto a la verónica y rematar con una media de mucho arte. Todo empezó con buen pie y así siguió en el caballo, tercio en el Aitor Sánchez ejecutó un gran puyazo. De nuevo toreo Garrido a la verónica en el quite volviendo loca a la plaza por la suavidad de su capote. Brindó al público para comenzar con el trasteo por abajo con mucho pellizco para llevarlo a los medios. El de Montalvo se desplazó con trasmisión, metiendo la cara y repitiendo en la muleta. Garrido aprovechó estas cualidades cumpliendo los tres cánones del toreo: parar, templar y mandar. Le dio distancias para llamarlos con cites muy certeros que lo enganchaban desde delante para llevarlo hasta el final con la muleta arrastrando sobre la arena, en el mismo sitio, sin mover ni un pie, encajado y toreando con la cintura. Comenzó la faena por el pitón derecho, que ya fue suficiente para que la afición albaceteña se volcará con él, pero al natural la emoción no bajó, pues con la muleta desarmada ligó los muletazos de un nivel altísimo. Y todo eso con una despaciosidad que daba escalofríos, olvidándose el extremeño de las importantes perchas de ‘Lunerito’. El colofón final fueron doblones por bajo torerísimos. Lo despachó de una estocada y Garrido paseó unas merecidísimas orejas por una faena de gran belleza y torería. También fue merecida la ovación al toro en el arrastre. La única nota discordante fue el sombrero que cayó al ruedo mientras se esperaba a que el toro doblara. Cuidado con estas cosas.
El que cerraba plaza tuvo más teclas que tocar y Garrido lo hizo con las puerta grande ya abierta. De nuevo Garrido dio un recital toreando con el capote a la verónica y en el quite con apretadísimas chicuelinas que remató con una media de lujo. Su cuadrilla también tuvo su protagonismo en esta lidia, ya que tras un buen tercio de banderillas se desmonteraron Jesús Díez Larios y Francisco Gómez. Ya con la muleta, como si de una figura se tratará, fue capaz de corregir el cabeceo del toro en los primeros muletazos a base de obligarlo mucho por abajo, enseñándole que esa sería su única opción. El de Montalvo se desplazó, aunque con menos recorrido, pero con nobleza. Precisamente por quedarse más corto, Garrido le tuvo que perder algún paso para ligar las series, pero lo hizo con firmeza, seguridad y de nuevo con mucho temple. Su oponente fue a menos, pero el joven torero no bajó el nivel, llevándolo metido en la muleta con capacidad, mando y mucha estética por ambos pitones. Cabe destacar el gusto que volvió a plasmar en cada pase de pecho y en cada trincherazo. Después de la estocada tuvo que recurrir al descabello con el que falló. Paseó una oreja a pesar de ello, pues la petición fue mayoritaria. Lo de menos de la tarde fueron los trofeos, ya que ver a este chaval ilusiona, y no fue casualidad, `pues la torería no se adquiere con los años, y al le sobra.
Juan del Álamo es otro de los toreros con gran ambiente de cara al futuro. Poderosa fue su faena en el quinto de la tarde del que paseó una oreja. El de Montalvo se desplazó con mucho genio y pero con trasmisión, yla virtud del joven torero fue la firmeza, ya que no se le podía dudar en ningún momento. Y eso hizo Juan del Álamo, exigiéndole por abajo, y estirándose con él en cada muletazo. Lo hizo por los dos pitones, aunque los de mayor calidad fueron con la diestra, que lograron mayor emoción. La estocada fue tendida pero el toro cayó y paseó una oreja.
El segundo Montalvo demostró su condición en el tercio de banderillas poniendo en apuros a los de palta ya que tenía una gran fijeza con todos los movimientos. Comenzó la faena al natural, pero lo mejor fue por el derecho, ya que el toro se coló en los cites por este pitón, pero gracias a su oficio de Juan del Álamo pudo ligar las series. Lo hizo perdiéndole los paseos antes de cada tanda y le dejó siempre la muleta en la cara. Lo emborronó con la espada y perdió el posible trofeo que quedó, aunque sirvió para dejar ver que también tiene cualidades para ser un buen torero.
De Diego Urdiales se esperaba más, después del sonado triunfo de Bilbao, Albacete le esperaba. El que saltó al ruedo en primer lugar fue un toro sin transmisión, que al coger los engaños humilló pero a mitad de muletazo echaba la cara arriba, además de quedarse muy corto en las embestidas. Las mejores tandas llegaron con la derecha pero sin calar en los tendidos. Falló con la espada que hizo guardia y fue silenciado.
Inédito el cuarto. No lo entendió el riojano que no se encontró cómodo y su faena no pasó de un breve trasteo, y tras despacharlo escuchó los pitos del respetable. Poco más que contar de esta faena sí destacar que el caballo con el que Vicente González dejó al puya fue ‘El Pimpi’, que haciendo honor al nombre de su dueño, se le ve muy capaz en este tercio a pesar de haber debutado este año. Volviendo a Urdiales, no tuvo su tarde en Albacete, y es que los días malos los tenemos todos, y más si se cuentan los importantes triunfos que ha tenido a lo largo de su carrera.
Tres toreros diferentes y en esta tarde se vieron dos joyas, ya que Del Álamo apunta maneras y su muleta también puede llegar a ser de peso. Pero es Garrido quien viene dando empujones con la suya de muchos quilates, de las que levantan envidias, y sobre todo por las que se paga muy caro por ver.
Plaza de toros de Albacete, 15 de septiembre. Octava de abono. Más de media plaza. Toros de Montalvo para:
Diego Urdiales: silencio y pitos.
Juan del Álamo: ovación con saludos y oreja.
José Garrido: dos orejas y oreja.
