Albacete está lleno de hoteles que suponen un icono para la ciudad. Cada uno con su propio carácter y estilo, Albacete cuenta con hoteles con historia, como es el caso del Hotel Central Legorburo. Un edificio que ha ido adaptándose y evolucionando con la ciudad al compás del paso del tiempo. Situado en pleno corazón de Albacete, a pocos metros de la Plaza del Altozano, este hotel se sitúa entre la Calle Marqués de Molins y la calle Concepción.
Continuando por el recorrido de edificios de gran valor arquitectónico de la capital albaceteña, en esta ocasión, analizaremos el Hotel Central Legorburo y conoceremos su historia y la de sus dueños de la mano de Amelia González, guía turística oficial, presidenta de la Asociación Provincial de Guías e Informadores Turísticos de Albacete (AGITUR) y miembro de la asociación provincial de guías de turismo de Albacete.
El Hotel Central Legorburo
Este edificio data de finales del año 1921 y nació de las manos de los arquitectos Julio Carrilero y Manuel Muñoz. El hotel fue construido para funcionar como tal exclusivamente, lo que hace que la construcción sea diferente a las demás que residen en las inmediaciones y supone que sus instalaciones estén pensadas y habilitadas específicamente para el funcionamiento del hotel, que a pesar de no funcionar ya como un hotel, sigue presente en la ciudad.
Una de las novedades para los albaceteños de la época era que este hotel tuvo su propio cine. Además, con bastante capacidad. “Era un patio de 300 butacas. Como curiosidad, “la sala de fumadores se encontraba muy cerca, como si de una película se tratase, no se sabrá si era peligroso el fuego cerca de las películas”, apunta la presidenta de AGIRTUR.
El edificio divide su fachada entre dos calles, aunque no de manera simétrica, ya que la fachada de la Calle Concepción es bastante más larga que la de la calle Marqués de Molins, tal y como explica la guía turística, Amelia González a El Digital de Albacete. “Si miramos el plano o la distribución de la planta de abajo, todo lo que ocupa el chaflán es la entrada principal”, manifiesta la presidenta de AGITUR, que destaca que “todavía conserva la entrada y las rejas originales con dos columnas”.
“Las rejas que cierran las puertas estarían situadas en lo que es la zona de café”, manifiesta la experta albaceteña, que apunta que “si entramos por la calle Concepción, uno de los accesos da a lo que era la sala de juegos, y la parte de la fachada, a modo de frontón, daría acceso a una sala de baile”.
En cuanto a la arquitectura de la fachada esta es “bastante sencilla en la zona central, aunque tiene cambios en la parte baja”, matiza la guía turística de Castilla-La Mancha, que añade que “la parte superior del edificio no se parece a las previsiones del proyecto”. De hecho, este proyecto no se ciñe a los planos, ya que “no se termina tal y como estaba proyectado sobre el papel”, especifica Amelia González a El Digital de Albacete.
Si analizamos el edificio con el plano en la mano, en el dibujo de la fachada aparecen “unos remates en la parte superior, tipo balaustrada con adornos puntiagudos para marcar esa zona, que a día de hoy no están y parece que nunca estuvieron”, manifiesta la guía experta en las edificaciones albaceteñas.
Una de las peculiaridades que destaca a los ojos de los albaceteños es “la parte de abajo, que uniría la planta baja y la entreplanta y su decoración con líneas horizontales”, tal y como relata Amelia González, que añade que estas “conectan con lo que sería la entreplanta mediante unas pilastras separadas de las ventanas, que cuentan con pequeños adornos”. Lo que sería la segunda y tercera planta corresponde a las habitaciones con “ventanas muy sencillas, quizá por el uso al que estaban destinadas, ya que desde el principio se ideó como edificio hotelero”, aclara la guía, que indica que “lo que es la decoración del cuerpo central es bastante escasa”.
El edificio desde su nacimiento y su idea principal se construyó para albergar vida hotelera entre sus paredes, y por este mismo motivo “lo que más se perseguían y cuidaban eran los interiores, como que todas las habitaciones tuviesen baño y calefacción”, puntualiza la experta, que aclara que “se buscaba más destacar la riqueza del edificio en el interior”.
En cuanto a su estructura, destacan tres primeras plantas, unidas por la planta baja, la entreplanta y “un semisótano, que tendría ventanas más amplias para atraer al público también, ya que este espacio estaba destinado a una cafetería”, tal y como explica la guía turística de Albacete, Amelia González. Por otra parte, la franja central estaría compuesta por dos pisos, donde se albergaban las habitaciones de hotel, “más sencillas, con menos decoración y esa pequeña forja característica de las ventanas”, señala la experta. En lo referente a la parte superior, existe un ático “con una galería que sale en el proyecto y que luego en el edificio es más sencilla, aunque si hay decoración entre las ventanas a modo de columnas o pilastras en el caso del chaflán”.
Unos años más tarde de su inauguración, el Hotel Central Legorburo sufrió una modificación, de la mano del arquitecto albaceteño Julio Carrilero, quien fue partícipe de su construcción original. En esta ocasión, la reforma se centró en “la sala de baile, que se convirtió en una sala de cine y otros usos”, señala la guía albaceteña, que añade que “en los planos también se puede ver que la sala de juegos original también se convirtió en sala de fumadores”. Varios cambios que se sucedieron en el hotel, con la finalidad de adaptarlo a las necesidades del momento. Entre estas reformas, una ampliación de la zona del café, que “aunque se conservó, se amplió hacia el fondo, donde estaba la zona del escenario y los camerinos”, apunta la guía de turismo de Albacete. Estos cambios estaban destinados a los interiores del hotel, por lo que la fachada exterior no sufrió ninguna variación.
La familia
La familia Legorburo es una de las grandes conocidas en Albacete, y el Hotel Central Legorburo perteneció precisamente a Camilo Legorburo, hijo de José Legorburo y Josefa Oriola. “El padre de Camilo, José Legorburo se dedicaba al mundo de los negocios y abarcaba un amplio abanico de sectores desde mercería y paquetería hasta vendedor de armas”, lo que le permitió aunar el gran capital de la familia Legorburo, tal y como explica la guía turística albaceteña, Amelia González.
Muchos albaceteños también tendrán en su recuerdo los Almacenes Lorenzo. “Una vez que el hotel cerró, los almacenes estuvieron ahí mucho tiempo”, recuerda la guía turística.
El paso del tiempo ha jugado a favor del Hotel Central Legorburo, ya que gracias a cambiar en numerosas ocasiones de manos, se ha conservado muy bien hasta nuestros días. De hecho, se trata de un edificio que “está protegido hasta el color, lo que ha permitido que no desaparezca ni que se encuentre en mal estado”, explica la guía experta.
Este edificio pretendía dar una imagen de “gran ciudad”, tal y como asegura Amelia González, que manifiesta que “da la impresión de que los arquitectos querían enseñar que Albacete era una gran ciudad y dejar atrás esa imagen de ciudad de provincia o de parada entre la capital y el cordón mediterráneo”.
Un hotel que ha tenido la suerte de sobrevivir al paso de tiempo, a diferencia de muchas edificaciones en Albacete que la ciudad ha visto desaparecer. Casos como el del Hotel Central Legorburo pone de manifiesto la necesidad de valorar e invertir en el patrimonio albaceteño, para evitar que este caiga en ruinas, como ha sucedido con un sinfín de proyectos arquitectónicos en la capital albaceteña.