La Mesa de Ocaña, es como se conoce a esta localidad toledana que se sitúa sobre su propia meseta. En ella se alzan diferentes monumentos fruto de la historia, entre los que destacan el convento de Santo Domingo, el de las Carmelitas Descalzas y el de las dominicas de Santa María. Tres joyas arquitectónicas, en las que a muchos les cuesta elegir con cual quedarse.
Además, dentro de la importancia religiosa con estos monumentos, atesora una gran fama su Semana Santa, en la que siempre destaca la figura de San Juan Bautista y la de Nuestra Señora de la Asunción.
Las obras civiles se esparcen entre sus calles y enaltecen la importancia que la actividad de la villa les confirió en su momento. El Palacio de las Cárdenas, su monumental Plaza Mayor, el Rollo de Justicia o Picota y la imponencia de sus fuentes como la Fuente Vieja o la Fuente Grande, atestiguan la importancia de su historia y su actividad política durante siglos.
Sus paisajes también son una de sus grandes maravillas. De ahí que en la actualidad cuente con diferentes rutas de ciclo turismo gracias al trabajo de la Asociación Comarcal Don Quijote de la Mancha que recupera antiguas infraestructuras.