Si de la noche a la mañana todos quieren ser amigos de Peter sólo tiene una explicación: quieren utilizarle y aprovecharse. Quizá no se percate. Empezarán adulándole. Le dirán que es la gran esperanza blanca; que puede hacer lo que nadie; que no es como los demás; que ha demostrado que no se somete y un largo etcétera. Le darán motivos para sentirse tan especial que, al final, se lo creerá. Y lo que es peor, acabará creyéndose todo lo que le cuenten. Le convencerán de que sólo él puede dar solución a un problema que lleva decenios sin resolverse, porque claro está, nadie más listo lo había pensado hasta que llegó; o le persuadirán para denunciar tal situación que lleva así toda la vida, es legal y de público conocimiento. Será utilizado por quienes, con fines espurios, no buscan más que su interés personal o el del grupo que representan. Y terminará cabalgando sobre un rocinante a pedales, sin escudero y abocado a los lomos de un clavileño que todos a su alrededor llevan tiempo fabricando.
No hace falta ser un lince para saber que hay muchos trabajadores municipales que cobran más que un Alcalde. Como hay funcionarios que cobran más que el Presidente de la Junta o el del Gobierno de la Nación. Esos trabajadores no son puestos a dedo, ni son puestos políticos, ni nada por el estilo. Son empleados públicos que pasaron unas pruebas de acceso y que cobran, como el resto, en virtud de un Convenio Colectivo o Acuerdo Marco cuyas tablas salariales se pactan con los sindicatos. Esos empleados públicos trabajan con el respeto que merece la institución a la que sirven y la lealtad debida a quien la dirige, con independencia del partido político que esté en el poder.
La ignorancia es muy atrevida y lanzarse a pregonar lo que te han contado sin ningún filtro previo es muy peligroso. De la misma manera que utilizar la posición que se ostenta para dar pábulo a lo que nuestros nuevos amigos han venido a susurrarnos a los oídos con embriagadoras melodías es una irresponsable candidez.
Los amigos de Peter nunca denunciarán públicamente esas tremendas injusticias que le cuchichean entre bambalinas. Para eso está él que es la principal atracción del Circo.
Francisco J. Díaz de Prado
