/Marta López/Fotos: Ángel Chacón/
Esta podría ser la historia de los cientos de Albaceteños que han mirado cara a cara al COVID-19 y han vencido la batalla contra el virus. Pero esta historia tiene algo de especial, y es la hiperinmunidad del albaceteño Licinio Navarro, quien tras superar el coronavirus, gracias a su plasma da una oportunidad a quienes ahora se enfrentan a esta enfermedad.
En concreto, la historia de Licinio comenzó el pasado 10 de marzo, cuando comenzó a notar los primeros síntomas. “Tenía fiebre cercana a los 40 grados, escalofríos y dolor en todo el cuerpo, por lo que decidí llamar al teléfono que puso a disposición el 112 al principio de la pandemia”, relataba a El Digital de Albacete. De este modo explicaba que “me preguntaron si había viajado a China o a Italia, que por aquel entones eran los principales focos de coronavirus; y si había estado en contacto con alguna persona infectada, pero entonces no se conocía prácticamente ningún caso positivo”.
Tras esta llamada telefónica “decidí acudir a mi centro de salud y me dijeron que lo que tenía era una gripe común”, manifestaba. Sin embargo, con el paso de los días “me encontraba muchísimo peor y pese al tratamiento pautado los síntomas no remitían”, y desvelaba que el punto de inflexión fue cuando “apareció una tos muy extraña”. Después de aguantar varios días en casa en este estado “acudí a las Urgencias del Hospital de Albacete porque no podía respirar”, subrayaba.
Finalmente los médicos confirmaron que se trataba de coronavirus e “ingresé con una neumonía bilateral y una insuficiencia respiratoria aguda”, indicaba Licinio Navarro. Así, destacaba “el desconcierto y el desconocimiento que había al principio en el tratamiento”, y es que los médicos probaron con varios tratamientos “hasta dar finalmente con el que me salvó”, sostenía.
De este modo, aplaudía “la parte humana del personal sanitario”, especialmente tenía palabras de agradecimiento para el doctor Luis Broseta quien “se desvivió por dar con el tratamiento y atajar al virus, yo creo que estaba tan preocupado que no dormía”. Así indicaba que pese al desconocimiento de este nuevo virus “no pararon ni un segundo de investigar toda las recomendaciones que les llegaban en relación al tratamiento más eficaz para combatir al coronavirus”. Un trabajo incansable con el que han logrado “salvar a mucha gente”, reconocía Licinio Navarro.
Firme creyente, este albaceteño también agradecía a Dios “el médico que me tocó y que me ayudó a superar esto, porque fue fundamental, tanto casi como media vida”. Reconocía que “pese a la gravedad estuve muy tranquilo porque estaba en las manos de Dios y en las manos de un excelente médico, que fue una auténtica bendición”. Superar el COVID-19 “ha sido la mayor experiencia de aprendizaje que he tenido”, destacaba Licinio Navarro, y añadía que después de hacer frente al coronavirus “mi vida no ha cambiado, pero ha reforzado mis creencias más profundas”.
Este albaceteño estuvo hospitalizado 15 días y tras el alta hospitalaria “pasé un mes entero en casa con oxígeno porque la neumonía me provocó una insuficiencia respiratoria bestial”. Además, durante este tiempo “también me pautaron heparina para evitar trombos”. Y es que este es una de las principales secuelas del coronavirus, pero destacaba Licinio Navarro que “a los tres meses de haber recibido el alta se me empezó a caer el pelo a puñados”, otra consecuencia del virus. Sin embargo, explicaba que “tal cual comenzó a caerse frenó en seco la caída”.
Plasma hiperinmune
“Un día antes del verano vi en la tele una noticia sobre un tratamiento con plasma”, explicaba Licinio Navarro. Tras escuchar la noticia decidió ponerse en contacto con la Hermandad de Donantes de Sangre para saber si su sangre podía ayudar otros pacientes que estuvieran haciendo frente al coronavirus.
En concreto, “el tratamiento utilizaba plasma de personas que ya habíamos superado el COVID-19 y lo aplicaban como terapia para los pacientes más graves”, matizaba. Sin embargo, por aquel momento “en Albacete no habían empezado a trabajar en la estación de plasma”. Finalmente después del verano “se pusieron en contacto conmigo y pude donar plasma”, indicaba. Antes de iniciar la donación “me hicieron un análisis de anticuerpos y pese a que habían pasado cerca de 6 meses desde que yo superé la enfermedad continuaba teniendo muchos anticuerpos”, manifestaba el albaceteño. Se trata de un proceso “en el que mientras donas sangren la centrifugan y separan el plasma con los anticuerpos del resto de la sangre”, indicaba, así “tras este proceso vuelven a introducir la sangre al donante pero sin el plasma”.
La donación de plasma hiperinmune para Licinio “fue muy reconfortante y personalmente me sentí muy realizado”, y es que “después de haber estado tan grave es alentador saber que mi sangre de alguna manera sirve para dar vida”. Así, tras haber donado plasma una vez “estoy a la espera de volver a donar”, para seguir ayudando a todos estos pacientes.






