Muere el obispo emérito de San Sebastián José María Setién, más próximo a ETA que a las víctimas, a los 90 años

El obispo emérito de San Sebastián, José María Setién, ha fallecido esta madrugada a los 90 años de edad en el Hospital Donostia de la capital guipuzcoana donde se encontraba hospitalizado tras sufrir un ictus este pasado domingo. Su funeral será este miércoles a las doce del mediodía en la Catedral del Buen Pastor, según han confirmado fuentes del Obispado de San Sebastián a Europa Press.

Setién estaba ingresado en la UCI del citado hospital y finalmente no ha logrado superar el ictus que sufrió este domingo y ha fallecido a las dos de esta madrugada. Su funeral será este miércoles a las doce del mediodía en la Catedral del Buen Pastor y será oficiado por el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla.

Don José María Setién Alberro nació en Hernani el 18 de marzo de 1928. Realizó sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Vitoria y en la Universidad Gregoriana de Roma, donde se licenció en Sagrada Teología y obtuvo el doctorado de Derecho Canónico.

Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951. En octubre de 1955 fue designado profesor de Teología Moral en el Seminario de Vitoria y a partir de 1960 fue profesor en la Universidad Pontificia de Salamanca, tanto en la Facultad de Derecho Canónico como en la de Teología, de la que fue Decano.

Durante su estancia en Vitoria desempeño el cargo de director espiritual en el seminario. Fue también rector del Colegio El Salvador, para vocaciones tardías, en Salamanca. Posteriormente fue Vicario para la Pastoral de la diócesis de Santander, durante algún tiempo.

El 26 de septiembre de 1972 fue nombrado obispo titular de Zama Minor y Auxiliar de San Sebastián, siendo consagrado obispo por Jacinto Argaya en la catedral del Buen Pastor de San Sebastián, el 28 de octubre del mismo año. Desde el 17 de febrero de 1979 hasta el 13 de enero del 2000 fue obispo de San Sebastián.

MÁS PRÓXIMO A ESTA QUE A LAS VÍCTIMAS

La figura de Setién ha estado marcada por sus, en ocasiones, ambigua postura ante ETA. Las víctimas del terrorismo le reprochaban su permanente frialdad hacia ellas y su condescendencia con los miembros etarras. Ante estas críticas, respondía que las víctimas estaban manipuladas por la política y replicaba que era muy claro en el mensaje deslegitimador hacia el terrorismo de ETA, a quien pedía que dejara las armas, pero fueron numerosos sus gestos hacia los miembros etarras. Muy crítico con la política de dispersiónque se ha aplicado a los presos de ETA, también se le reprochaba su cercanía con el nacionalismo vasco y su lejanía con quienes no profesaban un sentimiento nacionalista.

Lideró a la Iglesia vasca en los años de plomo de ETA siendo continuas las acusaciones de dar la espalda a las víctimas del terrorismo. En este sentido, la Iglesia vasa no dudó en ofrecer sus locales a asociaciones del entorno ‘abertzale’ como Gestoras pro Amnistía, con posterioridad ilegalizada por forma parte del entramado criminal de la banda terrorista, para sus protestas y actuaciones propagandísticas. Además, no dudó en calificar en alguna ocasión a los etarras como “presos políticos”.

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