ESPECIAL | Turismo Natural en Castilla-La Mancha

Sierra del Segura-Nacimiento Río Mundo (Albacete)

Uno de los mayores tesoros de la Sierra del Segura se encuentra a 8 kilómetros de la localidad de Riópar, enmarcado en el Parque Natural de Los Calares del Mundo y de la Sima, y se trata del nacimiento del Río Mundo.

Se halla ubicado en un valle de retroceso o fondo de saco, en el que la cabecera la forma un amplio semicírculo rocoso, de altas paredes verticales donde se abre la Cueva de los Chorros, desde la que el Río Mundo se precipita en una caída de más de 80 metros formando una de las cascadas más espectaculares y bellas de España, donde el agua va descendiendo en pequeñas y cristalinas pozas conectadas por pequeñas cascadas formando lo que los lugareños llaman “Las Calderetas”.

La Cueva de los Chorros, desde el punto de vista espeleológico, es una de las cavidades más notables de nuestro país. Esta gran cueva tiene una boca de unos 15 m de ancho por 25 m de alto y sigue siendo un desafío puesto que, aunque ya se han recorrido y topografiado más de 30 Km., no se ha explorado en su totalidad.

Los Chorros, alumbra en su manantial no sólo el nacimiento del río, sino también el origen una nueva población en el siglo XVIII. Así lo que hoy conocemos como el antiguo Riópar o Riópar el viejo. En su actual ubicación son de especial interés los edificios industriales y el museo de las Fábricas de Latón de San Juan de Alcaraz. El antiguo Riópar tiene dos puntos de interés: el Castillo-fortaleza y la parroquia del Espíritu Santo.

Tablas de Daimiel (Ciudad Real)

Las Tablas de Daimiel es un espacio natural  donde por todas partes hay agua, precisamente de ahí viene su nombre, ya que es el único lugar donde podemos ver un ecosistema de tablas fluviales, donde las aguas salobres del río Cigüela, y las dulces del Guadiana, quedan retenidas en una llanura sin pendientes.

Esta naturaleza también es el lugar ideal para la fauna, donde se pueden ver diferentes especies de aves Garzas, somormujos, patos colorados, porrones europeos, y muchas otras, que convierte a Las Tablas de Daimiel en un observatorio de importancia internacional.

Su paisaje también es único, con los tarays como únicos árboles presentes. También es muy interesante conocer su pasado: habitado ya en la Edad del Bronce, el Parque llegó a tener 14 molinos de agua, y fue lugar de pesca y caza intensiva. Todo ello podremos conocerlo en el Centro de Visitantes Molino de Molemocho.

Parque Natural de la Serranía de Cuenca

El Parque se sitúa al noreste de la provincia de Cuenca, incluyendo buena parte de la conocida como Serranía Alta de Cuenca. En el entorno de este paisaje se encuentran auténticas joyas geológicas y paisajísticas, una belleza misteriosa esculpida por la incansable labor del agua y el viento que lo hacen único a escala nacional e internacional.

La Ciudad Encantada, el Ventano del Diablo, la Laguna de Uña, Los Callejones y Los Miradores de las Majadas, el “Castillo” de Huélamo, el nacimiento del Júcar, La Mogorrita y la Peña del Reloj, desde la que se puede contemplar el paraje de El Hosquillo, son algunos de los puntos más espectaculares donde poder contemplar este paisaje de la Serranía, auténtico sello de identidad de la comarca y de la misma provincia.
Pero además la elevada variedad de ambientes de montaña hacen que la Serranía de Cuenca posea unas características excepcionales con una alta biodiversidad de flora y fauna.

Las joyas geológicas de la Serranía no acaban en el Parque Natural. Por si fuera poco, en el entorno del Parque se sitúan más enclaves de relevancia geológica y paisajística de primer orden como la Hoz de Beteta, las Torcas de Lagunaseca, el Tormagal de Muela Pinilla, el Nacimiento del río Cuervo, la Serrezuela de Valsalobre o las Torcas de Palancares y Tierra Muerta, todos ellos declarados Monumento Natural.

Y otros lugares singulares como las hoces de Solán de Cabras, de Fuertescusa y de Tragavivos, las lagunas del Marquesado y del Tobar y un largo etcétera, que hacen de esta región, una de las más interesantes desde el punto de vista geológico de la Península Ibérica.

 

Parque Natural Alto Tajo (Guadalajara)

El Parque Natural del Alto Tajo fue Declarado Parque Natural en abril de 2000 y desde entonces su fama ha sobrepasado fronteras.

La protección reconoce la excepcional importancia del sistema de hoces fluviales más extenso Este Parque Natural constituye uno de los últimos refugios para especies amenazadas de gran valor como el águila perdicera. Las numerosas paredes rocosas que coronan los cañones fluviales albergan excelentes poblaciones de rapaces rupícolas como el águila real, águila perdicera, halcón peregrino, alimoche, buitre leonado y búho real.

La flora no iba a ser menos extensa que la fauna, pues se caracteriza por la gran diversidad florística que atesora, ya que dentro de sus límites vegetan cerca de un 20% del total de especies presentes en la flora ibérica. Son relevantes los extensos pinares de diferentes especies de pino, existen grandes masas de Pino silvestre, Pino laricio y Pino resinero, además de superficies más reducidas pero no menos valiosas de Pino carrasco.

Parque Nacional de Cabañeros (Ciudad Real-Toledo)

El Mediterráneo, cuna de las más antiguas culturas occidentales, es un ámbito natural de una belleza difícimente interpretable. Carece de la espectacularidad de las montañas, del misterio los umbríos bosques atlánticos y de la ebullición de vida de los humedales. Sin embargo, los viejos encinares, alcornocales, y el aromático matorral mediterráneo, son el más genuino paisaje ibérico.

El paisaje de los Montes de Toledo responde a unas características geológicas relativamente simples. Las sierras, paleozoicas y de naturaleza cuarcítica, están muy erosionadas y presentan aspecto ondulado. Están generalmente dispuestas en alineaciones este-oeste. Las rañas, finiterciarias-pliocuaternarias, proceden de material de las montañas.

Aunque la mediterraneidad del clima es una característica de la zona a describir, hay una rango de variación en la pluviosidad desde los 450 mm de precipitación de la estación de El Torno (al SE) hasta los 750 mm de la de Navas de Estena (extremo NW). La altitud, que oscila desde los 620 m en el nivel basa!, hasta los 1.500 en las cumbres del Rocigalgo, da lugar a existencia de dos pisos bioclimáticos (meso y supramediterráneo) y sus formas transicionales. También la topografía creada por la acción de la red fluvial origina singulares microclimas.

La evolución de los usos humanos, las limitaciones y actividades mantenidas, han modelado la situación actual en los Montes de T oledo. El diferente uso de las dos grandes unidades geomorlológicas, las rañas y los montes, ha originado un I?aisaje en mosaico con dos grupos de sistemas diferenciables en su estructura, funcionalidad y usos. La huella actual del hombre en Los Montes es muy visible en las rañas que circundan las poblaciones, más escasa en las rañas alejadas de éstas, y mínima en las zonas serranas, donde el uso tradicional casi desapareció después de la desamortización, aunque aún conserva su impronta. Aquí puede observarse que en las zonas que no podían ser utilizadas para rozar o pastar, de acuerdo a las Ordenanzas (más o menos el tercio superior de las sierras), los bosques han resistido, imbatibles, el paso de los años. Sin embargo, pese a su mejor estado de conservación, la huella del carboneo que se practicó a principios del siglo XX se aprecia aún en estas zonas boscosas, salpicadas de viejos tocones, veredas y horneras.

Un paisaje aromático

Probablemente una característica que define el monte mediterráneo es su olor. Los abundantes aceites esenciales que emplean para defenderse de los tórridos meses estivales las jaras, romero, tomillos, cantueso, etc, impregnan el aire, especialmente tras las lluvias de otoño.

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