Francisco Jareño y Alarcón, una gloria de la arquitectura española olvidado en su Albacete natal

/Sandra Manzanares/ Imágenes cedidas por Vicente Pascual Carrión/

Francisco Jareño y Alarcón fue un reconocido arquitecto albaceteño, que, sin embargo no consiguió ser profeta en su tierra. Se trata de un ilustre paisano que conforma una de las “glorias” de la arquitectura nacional del siglo XIX español como son la Biblioteca Nacional y los Museos Nacionales, en Albacete también volcó su arte. Un arte que no ha sido conservado.

Con motivo del doscientos aniversario de su nacimiento, pues Jareño venía al mundo un 24 de enero de 1818 en Albacete, en lo que era la calle del Cura, concretamente el número 10; hoy le recordamos de la mano del historiador Vicente Pascual Carrión, quien lamenta que en Albacete parezca que “no existe” este arquitecto que ha sido el artífice de infraestructuras importantes en el reinado de Isabel II y de gran envergadura en el conjunto nacional como puede ser la desaparecida Casa de la Moneda en Madrid o el teatro Pérez Galdós de Las Palmas, que aún se conserva.

En Albacete, Jareño llevaba a cabo la remodelación del viejo Convento de San Agustín, situado en la Plaza del Altozano, y que pasaría a ser la Real Audiencia Territorial. En 1857, esta reforma permitió abrir el Paseo de la Libertad en lo que supuso un antes y un después para la ciudad, afirma Carrión, ya que la Audiencia Territorial fue una de las “claves” del desarrollo de Albacete. Edificio derribado en 1974, construyéndose en su lugar la actual sede del Tribunal Supremo de Castilla-La Mancha.

“No queda nada de Jareño en Albacete”, lamenta el historiador, quien recurriendo a la imaginación y con las ganas de ver la huella del albaceteño en su ciudad natal, respira su esencia en el Palacio de la Diputación, ya que Jareño fue el supervisor de las obras que hizo un discípulo suyo, Justo Millán  Espinosa, arquitecto hellinero. “Es triste que no se le recuerde”, añade Carrión, apuntando que el estilo de Jareño destaca por pertenecer a la primera generación de arquitectos formada en la Escuela de Arquitectura de Madrid, encontrándose la mayor parte de su obra entre la crisis del academicismo neoclásico y el eclecticismo. Durante su formación viajó a Italia, donde se nutrió de nuevas técnicas incorporando el hierro y el ladrillo a sus obras.

Por la calidad de su arte y su cuna albaceteña, Carrión pide, al menos, una placa conmemorativa en nombre de Francisco Jareño y Alarcón, en la calle que nació, y es que “no cuesta nada recordar nuestra historia y nuestro pasado”, y con ello, recordar la figura de un gran arquitecto nacido en nuestra ciudad.

El Digital de Albacete

Diario digital líder en Albacete con toda la información de la capital y provincia
Botón volver arriba