VÍDEO | ¿Es bueno que los niños usen el móvil?

/Sandra Manzanares/ Vídeo: María Esperanza Panduro y María Guerrero/

Los teléfonos móviles se han convertido en un elemento omnipresente en nuestro día a día. Prueba de ello es que el 80% de los españoles utiliza un smartphone, cifra que se ha duplicado en los últimos cinco años. Desglosando los datos llama la atención que 9 de cada 10 niños de 14 años ya tengan un teléfono móvil en sus manos.

Según el Instituto Nacional de Estadística, a los 10 años un 25% de los niños usa el teléfono móvil; cifra que aumenta considerablemente apenas un año después, a la edad de 11 años, cuando el 45% de los pequeños cuenta con un teléfono móvil; a los 12 años, lo tiene un 75% mientras que a los 14 años, prácticamente todos los niños tienen a su disposición un smartphone: el 92,8%.

Una realidad impensable hace unos años y que cada vez es más precoz. Como nos explica la decana del Colegio Oficial de la Psicología de Castilla-La Mancha, María Dolores Gómez, ya se han detectado los primeros casos de niños de hasta 6 años usando teléfonos móviles en los colegios. Exposición temprana que puede derivar en problemas de desarrollo como dificultades en la masticación o no saber pelar la fruta. Y es que, la infancia es una época de aprendizaje, donde se genera la curiosidad del niño, su desarrollo tanto físico, psíquico como neurológico, a la vez que se crean las relaciones personales en las que adquieren los valores que les acompañaran en su vida. “Situaciones externas a las que los niños tienen que estar expuestos continuamente”, incide Gómez.

En muchas ocasiones, los padres o tutores entregan los teléfonos a los niños con el objetivo de “distraerlos” para que coman o para que “no molesten” durante un periodo de tiempo. Así, los padres les proporcionan objetos tecnológicos que les generan “desconexión” con el entorno, y que a su vez crean estímulos que provocan dificultades en el aprendizaje, e incluso, en la interacción afectiva. De esta manera, los niños entran en contacto con una fuente inagotable de estímulos que tienen disponible a todas horas y a un solo click. “El poder que tiene de estimulación visual y auditiva es de tal importancia que posteriormente no interesa otra cosa y así se va generando adicción y dependencia”, indica la psicóloga, que se muestra preocupada por cómo estimular en los niños el deseo de conocer otras realidades que no estén vinculadas con la tecnología, después de vivir con ella.

Es creciente la sensación de niños aislados y metidos en sus pantallas que cada vez se relacionan menos entre sí. Panorama que conlleva riesgos como la dependencia psicológica, provocada por las ya denominadas adicciones sin sustancias. Al dosificar el tiempo de uso del móvil o al “confiscarlo” como castigo, existen niños que “se ponen nerviosos, se angustian y presentan niveles altos de ansiedad”, lo que puede derivar en conductas alteradas gravemente, precisando de la asistencia de urgencia en los pequeños.

Arma de doble filo

El avance de la tecnología aporta grandes beneficios a la sociedad, permitiendo su evolución en multitud de campos como es el de la comunicación, pero también puede ser un arma de doble filo si no se utiliza correctamente y más, en la población infantil, por lo que hay que establecer una serie de normas para su uso como son los límites de gasto mensual y tiempo de uso, el hecho de apagar el teléfono cuando no se necesite o no se deba usar o enseñar al pequeño que este tipo de objetos solo se utiliza cuando es necesario y no haya otra forma de comunicarse, pues el mismo “no es un juguete”. Otro de los principios que es recomendable que los menores adquieran es el de enseñarles que hasta que “sean más mayores sus padres deben conocer sus dígitos de acceso”, en el caso de que los tuvieran.

Así, los padres o tutores de los niños son quienes deben controlar el tiempo y el momento en el que los pequeños utilizan el móvil, pues los menores no tienen ni la consciencia ni el autocontrol suficiente para ello. “Esa es la función fundamental como madres y como padres y es la que hay que ejercer para que tengamos hijos sanos en el futuro”, incide la presidenta del Colegio de la Psicología, puntualizando que los adultos deben mirarse a ellos mismos y evaluar el uso del móvil para poder ser el modelo de sus hijos. Y es que, los padres son el espejo en el que los pequeños se miran día tras día y el baluarte primordial en su educación y aprendizaje.

Espacios protegidos

Disponer de espacios libres de teléfonos móviles sería una de las pautas a seguir para un uso razonable del estos dispositivos que se extrapola a los ordenadores o tablets, que sería recomendable mantener fuera de las habitaciones y emplearse en espacios comunes, eso sí, cuando se pida permiso. Los límites, asegura Gómez, son complicados de manejar, pero hay que tener en cuenta que de igual que igual que “no dejamos que los niños se constipen o que vayan sin abrigo cuando hace frío”, hay que controlar el uso de los teléfonos móviles en pos del bienestar de los pequeños. En casa, en el colegio o en el parque, hay espacios en los que los niños deberían poder disfrutar de ser  simplemente niños.

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