Luchando contra la violencia contra las mujeres

/Sandra Manzanares/

“Mamá, te va a matar”, una frase que esconde miedo y una certeza sobrecogedora, que, desgraciadamente en muchas ocasiones llega a ser incluso premonitoria. La angustia de unos hijos refleja el horror que se vive diariamente en demasiados hogares. Dolor físico y un interior desgarrado que finalmente, y en los mejores casos, llevan a la mujer víctima de violencia de género a buscar ayuda. A veces, impulsadas por sus hijos, en otras circunstancias es un vecino o los propios familiares de las víctimas quienes deciden llamar a la policía y como no, llega un día en que la mujer se arma de valor y encuentra las fuerzas necesarias para romper con una situación agónica que con el paso del tiempo llegó a despojarle de su identidad.

El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, jornada en la que se visibiliza una problemática que abarca más esferas que la que comprende la violencia machista, la más común en nuestra sociedad. Sin embargo, la violencia de género aúna cualquier tipo de violencia contra la mujer como pueden ser las agresiones sexuales, la trata de mujeres, la explotación sexual, los matrimonios forzados, la violencia por acoso laboral por razón de género o la mutilación genital.

Como nos explica la directora del Instituto de la Mujer en Albacete, Mercedes Márquez, actualmente “parece que se habla más que nunca de violencia de género y que está en boca de todo el mundo”. Síntoma de que la población “está despertando” de una conducta normalizada que viene de la mano de años y años de la implantación del sistema patriarcal en nuestra sociedad, que hace que la mujer sea una “subordinada” del hombre y que éste se “crea superior”, algo que no se circunscribe únicamente al ámbito de la pareja, sino que se puede ver en el ambiente laboral o en el familiar.

Mercedes Márquez

De hecho, en los países africanos, la mutilación genital femenina está a la orden del día, siendo una forma de violencia de género empleada por las propias mujeres y hacia las mujeres que son mutiladas para que “se puedan casar bien”. Costumbres arraigadas que desprecian a la mujer, que es  rechazada por los miembros de su propia familia si no está mutilada, quienes llegan a prohibirle tocar la comida porque la mujer no mutilada es “sucia”. Situaciones normalizadas en muchos países del mundo que se viven en nuestra sociedad en forma de otro tipo de violencias como la machista, que engloba el maltrato en la pareja o los micromachismos.

Sociedad que acepta los roles de sumisión de la mujer o la justificación de los celos porque de esta manera, el agresor hace ver que “es su forma de querer”, nos explica Márquez, añadiendo que el maltrato en general llega antes que la violencia física, cuando empieza el “control” en redes sociales, revisión de teléfonos móviles o “prohibición” de que la mujer se relacione con su círculo habitual, llegando ocasiones en las que son cuestionadas por su forma de vestir.

La mujer confunde el ideal del amor romántico con la violencia a la que está siendo sometida, “permitiendo que le peguen”, ya que se les ha inculcado desde pequeñas que esa es la manera de algunos hombres de ver el amor, pero “ese amor mata”, incide la directora del Instituto de la Mujer. Percepción errónea “fruto del machismo”, incide. Para prevenir eficazmente la violencia de género, desde el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha se trabaja en la educación, clave para eliminar de la sociedad la lacra que constituye la violencia de género.

En esta línea, el Instituto de la Mujer tiene más de 200 actividades programadas entre las que se encuentran las que se realizan en centros educativos, las englobadas en el convenio con la Diputación, así como actividades apoyadas por la ‘Asociación Asexórate’ como la campaña “No me quieras tanto, quiéreme bien”, que traslada a los jóvenes la necesidad de que sus relaciones de pareja sean positivas y no tóxicas. En el ámbito de la educación, Márquez nos explica que es primordial incorporar a la sociedad las denominadas nuevas masculinidades: hombres libres de machismo, que dejen a un lado los roles patriarcales y se acerquen a la igualdad. Para ello, en dos centros de la provincia de Albacete ya se imparte una asignatura denominada Educación para la Igualdad la tolerancia y la Diversidad, impulsada por el Gobierno Regional.

Casas de acogida

La educación es la base de la prevención, pero cuando el problema se materializa y las mujeres no saben como actuar, han de saber que en Albacete cuentan con diversos recursos para salir del infierno que viven. La red de recursos del Instituto de la Mujer ofrece en nuestra provincia 14 Centros de la Mujer y cuatro Casas de Acogida, donde encuentran apoyos psicológicos, laborales y económicos, con el objetivo de que recuperen su vida lo “más normalizada” posible.

De enero a octubre de 2017 han sido 3.310 mujeres las que han accedido a los Centros de la Mujer en Albacete, de las que 455 han sido debido a casos de violencia de género. Además, se han llevado a cabo más de 13.212 consultas de información. Respecto a las Casas de Acogida, destacar que 66 mujeres han sido recibidas en estos recursos, datos que ascienden a 78 personas, con la incorporación de 12 menores.

En este punto, la educadora de una de las Casas de Acogida de la provincia, Teresa Sánchez, detalla que estos centros de recuperación se destinan a las víctimas de violencia de género y a sus hijos mejores, que encuentran alojamiento y manutención durante el tiempo que dura su proceso de recuperación. Lugares que garantizan la seguridad y la protección de la mujer cuando decide poner fin a la convivencia con el agresor y quiere iniciar un nuevo proceso fuera del ámbito de la violencia.

Mujeres que llegan “aturdidas sin saber bien lo que se van a encontrar”, refleja Sánchez, añadiendo que acuden a unos centros que no eligen para poder salir de su esfera habitual. Con sus “capacidades mermadas”, las mujeres empiezan un periodo, que puede ir desde los seis meses hasta el año, en el que comienzan con terapias y ayudas en diversas vertientes como es la psicológica, la social o el ámbito educativo. En las Casas de Acogida, las mujeres y sus hijos cuentan con servicios de atención permanente durante todo el día y todo el año, compartiendo sus días con educadoras como Teresa.

El objetivo es el empoderamiento de la mujer, a través de un “complicado” proceso de recuperación que nace en las Casas de Acogida y que en ocasiones acaba fuera de ellas. Por el centro en el que trabaja Sánchez, han pasado 150 mujeres en 15 años, lo que supone 10 ingresos anuales: prácticamente todos los meses llega una mujer a esta Casa de Acogida. Desgraciadamente, este es un recurso que sigue teniendo hoy en día una gran demanda por parte de mujeres provenientes de diferentes estamentos, clases sociales y nacionalidades. Mujeres que necesitan protección porque “están expuestas a sufrir una agresión que pudiera acabar con su vida”, lamenta Sánchez.

Mujeres humilladas y perseguidas que “tienen que esconderse” de sus parejas, muchas de ellas todavía con dependencia emocional hacia el agresor por lo que no ponen denuncias, a pesar de sufrir “auténticas torturas”, indica Márquez, señalando que la mujer se siente “derrotada y despojada de todo derecho”. Realidad “triste” que continúa causando desconcierto pues “no entendemos que sea la mujer la que tiene que esconderse, cuando es el agresor el que tiene que estar en la cárcel”, refleja.

Como recuerda la directora del Instituto de la Mujer en Albacete, se encuentra en tramitación un Pacto de Estado contra la violencia de género, hecho “histórico”, que incluye una medida en la que Castilla-La Mancha fue pionera en 2001, con la implantación de la Ley de Protección y Atención a las Víctimas Género, que ampara a las mujeres en las Casas de Acogida, aunque, por diferentes motivos, no haya denunciado al agresor. Hombres que buscan a la víctima, a las que en las menos ocasiones la encuentran, debiendo ser trasladada a otro centro ante una inminente amenaza de muerte.

Una cruda realidad que día a día se trabaja por eliminar haciendo conscientes a las mujeres víctimas de violencia de género de que no están solas y que tienen recursos a los que acudir para salir de una situación que está acabando con ellas; también un lugar donde informarse, en el que también tienen cabida los hombres, pues en su mano está la llave de la igualdad con la que las mujeres terminarán de abrir las puertas de la libertad.

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