/Sandra Manzanares/Fotos: María Guerrero/Vídeo: Jennifer Comuñas/
Albacete es una ciudad rica en matices que poco a poco ha ido forjando su camino con la ilusión y las ganas de los albaceteños por hacer de éste un lugar del que emane la Cultura. Corría el año 1.887 cuando nuestra ciudad contaba con apenas 40.000 habitantes y un índice de analfabetismo del 50%, y ya por entonces 12 ciudadanos de Albacete sentaban los cimientos del Teatro Circo, que este 2.017 cumple 130 años de vida.
Más de un siglo de historia que constituye la muestra más antigua en arquitectura teatral circense operativa para realizar espectáculos de estas dos artes, siendo de los pocos de Europa que tiene la doble dualidad de teatro y artes circenses, seguido en antigüedad por el Teatro Real Carré de Ámsterdam. Si bien es cierto que hay otros teatros como el de Estocolmo y Oslo que siguen teniendo esta configuración, no cubren ambas funciones, pues el teatro de Estocolmo ahora es una sala de conciertos mientras que el teatro circo de Oslo actualmente es un restaurante.
Además de esta peculiaridad que hace al Teatro Circo de Albacete único en el mundo, la sala posee una estructura en hierro con arquerías árabes, mostrando así la alianza de civilizaciones entre nazaríes y castellanos, que desembocó en el nacimiento de un edificio árabe en pleno corazón de Castilla. Todo aquel que se siente en las butacas del Teatro podrá apreciar las arquerías neoárabes y la reproducción de diversos elementos de La Alhambra, en lo que quizá sea el edificio civil más importante del sigo XIX de arte nazarí.
Como se puede observar, en los diez arcos se repite una leyenda de la última dinastía nazarí que salió de España tras la invasión musulmana, que se prolongó desde el año 711 hasta 1.492. En concreto, en su escudo de armas se podía leer: “Solo Dios es vencedor”, emblema que hoy envuelve la sala de butacas del Teatro. Para conservar toda esta belleza y permitir a las futuras generaciones disfrutar de la magia del circo en este espacio, desde la Asociación de Amigos de los Teatros Históricos de España, AMIThE, proponen que el Teatro Circo sea declarado Patrimonio Material de la Humanidad.
Una iniciativa que, como nos explica el presidente de AMIThE, Javier López-Galiacho hay que difundir, y aunque es un reconocimiento “difícil”, López-Galiacho reivindica la unión de las Administraciones Públicas, pues si van de la mano el Ministerio de Educación y Cultura, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Albacete “podremos tener más oportunidades”. En este sentido el presidente de AMIThE propondría lanzar una campaña a nivel nacional que “nos coloque en el mapa” y llame la atención de la UNESCO.
Nacimiento del Teatro
Situaría en el mapa a un teatro con gran historia en Albacete que nacía el 7 de septiembre de 1.887, era cerrado en 1.985 y recuperado 15 años después como hoy lo conocemos. Transcurría menos de un año desde que comenzaran las obras del Teatro Circo hasta su inauguración en septiembre, que acogió como primera obra la zarzuela ‘El diablo en el poder’ de Barbieri. Por aquel entonces, el público accedía al recinto por la puerta trasera, ya que, por la calle Isaac Peral, donde está la actual fachada principal, pasaba el Río Piojo, rodeado de huertas. De hecho, recorriendo las entrañas del Teatro Circo hemos podido comprobar que todavía queda afluente de ese río, y que cada 15 minutos arrancan las bombas mecánicas para retirar el agua y evitar que salga del pozo.
Y es que, como nos contaba López-Galiacho, éste es un teatro que se ha hecho por fases, y precisamente, de manera posterior a su apertura de puertas, se levantaba una fachada que ha cambiado con los años hasta en cuatro ocasiones. La que hoy en día conocemos vino con la reforma del Teatro y en ella, los arquitectos quisieron dejar su sello modernista; que se aprecia también en el interior con el espacio diáfano que recoge la sala ‘Pepe Isbert’; cafetería, escenario y punto de encuentro de los asistentes del teatro.
Si tuviera que elegir entre esas cuatro opciones, López-Galiacho “se quedaría con las de principios del siglo XX” que, a su juicio, “eran maravillosas”, y que sin embargo, no pudieron conservarse. Algo que “fue una pena como tantas otras”, y es que, el presidente de AMIThE lamenta que Albacete haya sido “destruida en su patrimonio”, y parafraseando al arquitecto Chueca Goitia, añade que “Albacete es una ciudad en la que se hubiera levantado un núcleo histórico y se hubiera colocado con un adefesio de tantos edificios feos que tenemos”. Con ello, Galiacho considera que, en general, “no se es consciente” de lo que supone el Teatro Circo.
Pasión en escena
Un edificio que ha ido creciendo con los años, con una capacidad de 943 localidades en total y que cuenta con la gran singularidad que supone la dualidad de su espacio, proyectado tanto para representaciones teatrales como circenses. Lo que ha permitido que desfilen por su escenario compañías teatrales, figuras de la canción española y hasta albergar el prestigioso Festival Internacional de Circo, sin olvidar que durante años la actividad fundamental del Teatro Circo fue la cinematográfica.
Como nos contaba el reconocido actor español, Manuel Galiana, éste es un enclave “mágico, que hace perder la respiración”, y que debería ser el orgullo de los albaceteños pues en su ciudad se encuentra una pieza única en el mundo, que “no es cualquier cosa”, decía. Un tesoro que no solo es material, ya que los “teatros se cierran y ahí queda todo quieto e impregna las paredes y el aire”. Emociones, vivencias e historias que el teatro quiere compartir y que vienen de la mano de artistas que transmiten pasión en cada una de sus actuaciones.
Y es que, al teatro no le gusta la soledad. Todo lo contrario, quiere sentir sus butacas ocupadas y hacer partícipe al público de ese “acto de amor”, que, como indica Galiana, hace que los actores experimenten sensaciones como las de “entregarse a los brazos de la madre” y “deshacerse” en escena. Lugares como el Teatro Circo propician que “cada cosa que diga el actor tenga una importancia suprema” y por consiguiente, hace crecer al artista. Por lo que Galiana invita a llenar estos espacios, fuente de Cultura y enriquecimiento personal profesional.
Detrás del telón
El Teatro Circo tiene cada temporada una intensa carga de trabajo, que no es solo de cara a la galería, sino que detrás del telón hay mucho por hacer. Un ritmo frenético el que siguen los técnicos del teatro en cada temporada y que crece con el Festival Internacional de Circo, pues instalar la pista de circo requiere desmontar el patio de butacas, tal y como está organizado normalmente. La pista de circo se encuentra bajo el suelo, necesitándose de largas horas de trabajo para dejarlo todo bien estructurado y que el público pueda disfrutar del esplendor del circo donde días antes los espectadores vibraban con una obra de teatro.
Entre bambalinas se teje un mundo totalmente desconocido para aquellos que no guardan relación con las artes escénicas. Infinidad de mecanismos tanto manuales como motorizados permiten que cada día la función pueda salir adelante y no solo en cuanto a cambio de decorados se refiere, sino que, los técnicos llegan a controlar una iluminación con una potencia de 700.000 watios. Luces que llegan hasta el teatro en forma de Vía Láctea, y que es la “solución” que se dio en la reforma de 2.002 para que sirviera de tornavoz, que era una técnica que tenían los teatros para mantener la acústica, detalla Galiacho. Con esta luminaria se cubre la estructura de hierro original, protegiendo la acústica.
Recorriendo las entrañas del Teatro Circo se puede comprobar que todavía queda afluente del Río Piojo, ligado desde sus inicios a la vida del teatro. Vestigios de un pasado que enriquece la figura de este edificio, historia de Albacete que AMIThE apuesta por proteger y añadir a su declaración de Bien Interés Cultural de Castilla-La Mancha, el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad, dando a conocer al mundo su historia y abriendo las puertas de su futuro.
