/Sandra Manzanares/Vídeo: Jennifer Comuñas/Fotos: María Guerrero/
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La torre más alta del Museo Municipal, antiguo Ayuntamiento de Albacete, custodia un reloj muy especial. El que, con sus campanadas lleva anunciando los cambios de hora durante más de un siglo en nuestra ciudad. Los engranajes que componen el reloj que preside la emblemática Plaza del Altozano se encuentran protegidos entre paredes de cristal sobre las que descansa una inscripción: “Canseco Relojero. Proveedor de la Real Casa. Paseo de las Delicias, 52. Madrid”.
Del taller de Antonio Canseco y Escudero, proveedor oficial de la Real Casa durante aquella época salieron muchos de los relojes de torre y campanas que adornan edificios históricos de multitud de ciudades españolas, como el que tenemos en el Museo Municipal de Albacete. Un reloj que, como nos explica el historiador Vicente Pascual Carrión, comenzó a funcionar el 8 de julio de 1.912, 10 años después de que el arquitecto albaceteño, Francisco Manuel Martínez Villena iniciara la remodelación de la antigua Casa Cortés, que pasó a ser la Casa Consistorial de Albacete desde 1.903 hasta 1.986.
Una década de trabajos de decoración “suntuosa” que finalizaron por completo en 1.912, año que el reloj se puso en marcha para Albacete y que la ciudad adquirió por 4.250 pesetas. Se trata de un artilugio de tres esferas transparentes de cristal, muy similar al que preside la Puerta del Sol, y que da horas, cuartos y repetición de horas, aunque le falta el característico carrillón que sí tiene el reloj que cada 1 de enero nos anuncia la llegada del año nuevo desde Madrid.
De su puesta en marcha se encarga el personal de mantenimiento del Ayuntamiento, Cipriano Alfaro y José Antonio Gregorio, éste último señala que todas las mañanas suben al último piso del Museo para, entre andamios y escaleras, dar cuerda al reloj y comprobar que sus agujas marcan la hora con precisión. Su mecanismo se compone de complejos engranajes y de tres cuerdas destinadas a tocar las campanas que dan voz a los cuartos y las horas en punto mientras que la última de las cuerdas conecta la estructura del reloj con sus caras exteriores.
Y es que Albacete guarda todavía muchos tesoros desconocidos para la población albaceteña, que con su belleza e historia contribuyen a la grandeza de nuestra ciudad.
