VÍDEO | ¿Qué no puede faltar en las calles de Albacete cuando llega el frío?

/Sandra Manzanares/Fotos: María Guerrero/Vídeo: Jennifer Comuñas/

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Por estas fechas las calles de Albacete se impregnan de un olor muy especial y reconocible por todos, nos estamos refiriendo al que desprenden las castañas asadas. Y es que, con la llegada del frío, los albaceteños sucumben como cada año a los típicos cucuruchos de castañas que saborean mientras pasean por el centro de nuestra ciudad, incluso hay quienes salen a propósito a comprarlas para disfrutarlas en casa pues “unas castañas, con el frío siempre apetecen”.

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Como nos cuenta el propietario de uno de los míticos puestos de castañas asadas, en la Avenida de España, Pascual Panduro, Albacete es una de las capitales a las que “les gusta mucho seguir las tradiciones” refiriéndose al consumo de este nutritivo fruto seco, así como a las fiestas de Feria o Carnaval. En este sentido, Pascual apunta que no existe un perfil de cliente fijo, sino que, a su puesto con forma de locomotora, acuden vecinos de todas las edades y sexo, aunque siempre “un poco más las personas mayores”.

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Así, el castañero también ha continuado una tradición, pero esta vez, la de sus suegros que hace 70 años empezaron a vender castañas provistos de este peculiar trenecillo. Cuando se retiraron, Pascual tomó el relevo generacional y decidió restaurar la locomotora que “había quedado apartada”, de esto hace ya 30 años. Los puestos inspirados en tales motivos ferroviarios forman parte del atrezzo de nuestra ciudad, y albaceteños como Jesús, lo consideran una “estampa entrañable de la llegada del otoño y del invierno”, que, además, “supone una auténtica delicia para la vista”.

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En estos puntos ambulantes, con los que nos podemos topar principalmente durante los meses de octubre a enero, se ofrecen los mencionados cucuruchos por precios que abarcan desde 1 a 3 euros. Aunque si bien es cierto que la costumbre de comprar castañas asadas se mantiene en el tiempo, en estos últimos años, los castañeros reflejan que “se vende menos porque el frío está viniendo muy tarde”, detalla Isabel, desde su puesto de la calle Tesifonte Gallego.

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Pero, ¿cuál es el secreto para hacer unas buenas castañas asadas? Básicamente, “echarle mucho tiempo, tranquilidad y saber estar”, nos explica Pascual, que tiene bien organizado su pequeño espacio de trabajo en tres zonas. En el primer canasto quedan recogidos los frutos que se traen del campo, unas castañas que posteriormente corta para introducirlas en un cajón donde se asan “lentamente”. Una vez que están hechas, se vuelcan en un recipiente, que, tapado con unos paños, mantiene la temperatura y… ¡Listas para tomar!

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reportaje_castanas_noticia_albacete-15“En casa nos gustan mucho, aunque mi señora prefiere los boniatos”, apunta Miguel Ángel, que añade que los comen “solo los sábados, porque hay que tener cuidado” ya que “engordan un poquito”. Sin embargo, José, con el que nos topamos en el puesto de Pascual, tras hacer una parada con su bici, nos explica que las castañas “tienen muchas propiedades y son muy sanas”, por lo que, siempre que “paso por aquí, me detengo y entro en calor”. Otro vecino de Albacete, Fernando nos traslada una curiosa costumbre, y es que todos los 1 de noviembre, él mismo se dedica a asar castañas que disfruta en compañía de familiares y amigos, y según cuenta la leyenda, “cada castaña que te comes es un alma que se saca del purgatorio”. No sabemos qué habrá de cierto en ello, pero de lo que los vecinos de nuestra ciudad están seguros es de que a esta “rica” tradición todavía le quedan muchos años de vida.

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