La radioafición sigue viva en Albacete

/Llanos Esmeralda García/

A pesar de que internet impera hoy día en el mundo de las telecomunicaciones no hace que el hobby de los radioaficionados decaiga. Frente a aquellos que puedan pensar en el declive de la afición a las ondas el número de licencias en Albacete alcanza la centena ya sea dentro de la Unión de Radioaficionados Españoles (URE), de la Federación Digital de Radioaficionados de España (FEDIEA), entre otras. Por ende, la radioafición a día de hoy sigue viva.

Un pasatiempo que unos utilizan para hablar con gente al otro lado del mundo, en la misma ciudad (aunque raras veces se conocen) o los que usan el espectro radioeléctrico para competir o realizar pruebas entre ellos; aquellos que montan su propia estación de radioaficionado experimentando con equipos y antenas, e incluso en aquellos otros casos en los que la radioafición alberga ese cariz de servicio público para intervenir en situaciones de emergencia “cuando las redes de comunicaciones habituales fallan”, detalla Fernando Satue, radioaficionado albaceteño, “existe lo que se conoce como REMER, la Red Radio de Emergencia, organización nacional constituida por aquellos radioaficionados que prestan su colaboración a los servicios oficiales de Protección Civil, cuando circunstancias excepcionales lo justifiquen, vinculándose voluntariamente y de modo altruista a la Dirección General de Protección Civil y Emergencias. La solicitud para ingresar en la Red se realiza ante la Subdelegación del Gobierno. Siempre encontrarás un radioaficionado con una bicicleta y una batería con una antena en el manillar que va a estar dispuesto a prestar ese servicio de comunicación”, a la que Satue pertenece, “y a través de la cual se pasa diariamente un control de escucha, sobre las diez y media, por distritos o zonas geográficas de las poblaciones de Albacete. En Albacete pueden ser cerca de 80 con carné vigente de este tipo”.

La radioafición también es experimentación puesto que han contribuido al avance de las comunicaciones. Esta afición como tal nace a fines del siglo XIX para enviar señales morse a través del éter, la primera transmisión transatlántica fue en 1902, aunque la I Guerra Mundial significara un retroceso para la radioafición no adquiere su naturaleza hasta la Primera Convención Internacional de radiotelegrafistas en Washington en 1927 donde se efectuó un primer reparto internacional de frecuencias y bandas.

Autorización

Para ser radioaficionado solo hay que obtener una autorización, “hay que superar un examen y tras ello la Administración emitirá el certificado y la consiguiente autorización de radioaficionado, que consiste en la concesión de un indicativo o distintivo (EA4URE, por ejemplo), con el que se efectuarán la emisiones”, una vez obtenido el indicativo detalla Satue, “se podrá hacer uso de una estación móvil, una estación portátil (el clásico “walkie”) o una estación fija con su licencia”. Para ser radioaficionado “solo hay que tener paciencia, educación y comprensión, ya que es una afición no más diferente que cualquier otra faceta en esta vida”, el único consejo que vale y que se precia, argumenta Satue, “es el de la escucha, lo primero que tienen que hacer antes de decir una sola palabra, precedido por la correspondiente autorización o licencia, es escuchar”.

La tecnología ha avanzado con el paso de los años, antes detalla Fernando, “teníamos muchos problemas, quitado un grupo de aventajados que tenían grandes equipos y antenas e instalaciones en sus viviendas, los demás nos conformábamos con unos equipos pequeños con dos botones con los que cambiabas de canal”. Incluso para ampliar la distancia de sus comunicaciones en determinadas bandas, los radioaficionados disponen de repetidores, en muchos casos construidos por ellos mismos.

Al hablar de radioaficionados muchos se imaginan a una persona mayor que encerrado en un cuarto se dedica a hablar con desconocidos a través de unas antenas enormes y raros aparatos, “siempre   sabías que tenías un radioaficionado cerca que te podía ayudar por ejemplo, ubicándote si te habías perdido, te guiaban en el camino -se ríe Fernando- eso si no salían a buscarte”. Hoy en día la radioafición, aunque mantiene sus orígenes, está inmersa en una transición al mundo digital “todo eso ha cambiado, ha evolucionado a las comunicaciones digitales a través de satélites a un ordenador con el que te permite ni siquiera tener equipo en casa y puedas estar comunicando con cualquiera”.

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Indicativo

Todo radioaficionado dispone de un indicativo o distintivo de llamada otorgado por la Administración con el que se identifican cuando se comunican entre sí. “El indicativo consta de un prefijo, que identifica al país; un número que identifica un distrito o zona de ese país, y un sufijo de dos o tres letras, distinto para cada radioaficionado. Los prefijos que identifican a los países los atribuye la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). España tiene asignados varios prefijos, pero el principal es EA”. Fernando detalla que su licencia la tiene desde el año 1986, “tuve el primer indicativo que era el ECOBRAVO52ECOYANQUI. Tenía una libreta pequeña que en la parte de atrás ponía licencia de radioaficionado de lo que era entonces el Ministerio de Transporte de la Dirección Nacional de Correos y Telecomunicaciones, era el número 173, una licencia que te servía prácticamente para todo el mundo, el primer sello lo tengo del año 1986, en el año 1985 ya tenía licencia legal”. El amor a esta afición comenzó cuando Fernando estaba en el colegio “entonces nos enseñaban cómo construir un equipo, me picó el gusanillo, me hice un equipo de pruebas con el que conseguí hablar con el vecino de la esquina, o que me oyera y eso me hizo seguir experimentando. En aquellos años los medios que disponíamos eran precarios, las tecnologías con las que contábamos eran, salvo privilegiados, autoconstruídas, nos servía como una válvula de escape muy buena incluso para hacer amigos”, recuerda que vivía en la Plaza de las Carretas “y hablar con alguien que viviese en la Feria era un hecho inigualable”.

Además del distintivo personal, existe el código fonético en radioafición para hablar con aquel que está al otro lado de las ondas, al igual que está el morse, “se trata de un código que ofrece las iniciales de cada palabra ALFA, BRAVO, CHARLI, TANGO… la primera de cada una de ellas es la que compone la palabra” aunque hoy día detalla Fernando “existe una conversación o un diálogo normal. Antes cada x tiempo teníamos que dar el indicativo para que el resto de radioaficionados te identificara. Hace años había una rueda internacional de comunicación que era una maravilla poder escucharla, había gente muy preparada”.

Pasión

“Al fin y al cabo la radioafición es pasión, es estar en tu casa con cualquier equipo de onda corta, o aquello que te permita la licencia y entablar en cualquier momento del día una conversación con alguien de cualquier rincón del mundo”, por ejemplo indica Fernando que ha tenido contacto “tanto en la Banda Ciudadana (CB) como en Radioafición contactos con Francia, Italia, Alemania, Portugal… y es que tienes el mundo a tu alcance con un simple micrófono”. Una afición de la que Fernando detalla “engancha y tiene su intriga porque a veces con medios precarios se consiguen contactos impensables”. Con el paso de los años asegura este radioaficionado albaceteño “cuando está todo tan comercializado y tan fácil de ver, quizás se haya podido perder ese espíritu que en muchos casos nacía con la investigación, el aprendizaje, el conocimiento o el abrirse al mundo, ahora todo está cambiando”.

La radioafición, como cualquier otra afición, “está siendo víctima de los cambios generacionales, de un desconocimiento de la gente por ella”, detalla Fernando “aún se sigue viendo al radioaficionado como ese loco que va con un coche con una antena, con un walkie hablando por la calle, o ven esos hierros en el tejado del domicilio, quien lo vea que sepa que ahí vive un radioaficionado más o menos activo con un altruismo total. Ver a alguien hablando por teléfono es lo habitual pero ver a una persona que no pertenece a un cuerpo de seguridad con un walkie hablando por la calle, aún se mira como, ¿qué hace ese?”.

Recuerdo

Los radioaficionados retransmiten en las circunstancias más adversas. En la retina de una familia albaceteña muy especial queda un equipo de radioaficionado que desde hace dos años ha quedado paralizado en el tiempo convirtiéndose en una auténtica joya de museo intocable. Hace 34 años, con ese mismo aparato, un hombre comunicó a través de las ondas a aquellos que en el momento le escuchaban que tenía que marcharse, su mujer estaba de parto y venía en camino su primogénito. La radioafición ha servido y servirá para dar todo tipo de información, ésta, quedó como anécdota para Elías y Antonia, así como para todos aquellos amigos radioaficionados que se desplazaron hasta el hospital para conocer al pequeño que un día alardearía de la histórica colección de postales de todo el mundo con la que contaba su padre gracias a cientos de conversaciones mantenidas durante años. Unas comunicaciones entre radioaficionados que le confirmaron a Elías con las tarjetas postales “QSL” en las que hoy sus más cercanos ven el reflejo por escrito del contacto realizado con otra estación; el indicativo de llamada, la posición geográfica, la frecuencia y modo de transmisión, e incluso la fecha y hora. Un legado que dejó del que pocos pueden contar hoy, pero del que sirve para que la afición de este radioaficionado esté más viva que nunca. Hola, aquí EA5CIT…

Llanos Esmeralda Garcia

Periodista natural de Albacete. Licenciada en Periodismo en la Universidad de Murcia y Diplomada en Trabajo Social por la Universidad de Murcia. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación, como La Verdad, CNC y El Pueblo de Albacete.
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