/Sandra Manzanares/ Fotos: María Guerrero/
Faltan apenas unos días para que los 61 niños saharauis que han disfrutado en Albacete de unas ‘Vacaciones en Paz’ vuelvan al Sáhara. Este jueves se les ha organizado una cena y una fiesta de despedida a la que han acudido los niños, las familias de acogida, y todas las personas que de una manera u otra han colaborado con el proyecto.
La recta final de la estancia de los pequeños saharauis en nuestra ciudad supone una mezcla de emociones: “por una parte, la alegría de ver a los niños que vienen a la cena en tan buenas condiciones, que han ganado peso, que están sanos y con ese vigor”, pero para algunos pequeños es su último año en el programa y es un “poco triste”, confiesa la presidenta de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, María José Parreño.
Además, el sabor “más amargo” de despedir a los niños que se encuentran en el último año es saber que “van a un sitio, del que ojalá algún día puedan salir, porque de lo contrario les espera una vida en un campo de refugiados”.
Como apunta María José, “los pequeños no son conscientes de la situación en la que están, y no se dan cuenta da la magnitud del problema”. Por lo que, durante los últimos días los saharauis están nerviosos pero “en general tienen ganas de volver a casa porque están pensando en qué le van a llevar a su madre, en lo que le comprarán a su hermana o lo que contarán a sus amigos”.
En este sentido, Fatimetu es la excepción que confirma la regla, ya que como nos cuenta su madre de acogida, Llanos Esteban, a la niña le está “costando hacerse a la idea” de que tiene que volver al campamento de Tinduf.
Para Llanos, una de las razones puede ser las facilidades que tiene Fatimetu aquí, cabe recordar que la pequeña es invidente y que durante los dos meses de su estancia en Albacete “ha ganado mucha autonomía”. De hecho, como explica su madre de acogida, “hace la mayoría de las cosas ella sola, y ya no pone las manos para andar por casa e incluso corre”.
Balance de las vacaciones
En líneas generales el verano de los pequeños ha transcurrido con “normalidad, sin ningún incidente reseñable salvo las circunstancias habituales de todos los veranos: alguna familia a la que le cuesta adaptarse o niños que lloran un poquito más”.
En cualquier caso, “el balance ha sido bueno” y desde la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui se alegran de haber podido ver a los “niños contentos y con ganas de divertirse” en cada actividad que se ha realizado.
Por ejemplo, y, aunque “en esta época de ocio cada familia lleva su ritmo”, se hizo un encuentro en el que montaron una jaima en los Pinares del Júcar, y también se han realizado diversas actividades deportivas en gimnasios y en el rocódromo.
Así, el motivo de estas reuniones es que los pequeños se vean a mitad del verano porque “les da mucha alegría reencontrase con gente que conocen y también da la oportunidad a las familias de compartir experiencias”.
Después de dos meses de vivencias, emociones y diversión llega la hora de las despedidas que, algunos como la familia de Llanos “están llevando un poco mal”, tanto por las condiciones especiales de la niña como por el hecho de que la pequeña de la casa, Lucía, se “ha volcado mucho con Fatimetu y se han hecho inseparables”.
Y es que, “cuando las experiencias son buenas, el tiempo pasa inmensamente rápido”. Así, felices por un gran verano y “un poco tristes”, la familia de Fatimetu espera, como tantas otras hasta el año que viene en el que los pequeños vuelvan a casa. Mientras quedan por delante unos días en los que todos podrán continuar disfrutando hasta el 5 de septiembre de esta experiencia, que, sin duda, no olvidarán.
