OPINIÓN| ¿Neoliberalismo VS qué?

Políticas neoliberales y nacionalismo. Populismo, pero de derechas que está hasta retando al modelo nórdico. Reclamar el Estado del bienestar sólo para los autóctonos y presentarse como defensores de la auténtica vieja socialdemocracia. Se consideran representantes del “hombre corriente”, haciéndose eco del sentimiento de inseguridad de los trabajadores. Países como Dinamarca, con el Partido del Pueblo Danés; Finlandia, con Auténticos Finlandeses; Noruega con el Partido del Progreso; Suecia con Demócratas de Suecia; Austria con el Partido de la Libertad, están escorando a la extrema derecha sus políticas y arrastrando al resto del panorama política europeo. Quien iba a pensar hace un poco tiempo que en un país como Dinamarca, los principales partidos desde la derecha a la izquierda iban a aprobar una ley que autorizara a las autoridades a reclamar a los demandantes de asilo, cuando entren en territorio danés, los bienes que excedan de 1.340 euros por persona, para que contribuyan a la financiación de su acogida. Y al otro lado del Atlántico, el magnate inmobiliario neoyorkino Trump, suma los delegados necesarios para ser el candidato republicano en EEUU.

En tanto en los países del Occidente de Europa, no en España, y en EEUU se extendían las recetas de Keynes,  con el objetivo del pleno empleo, reducción de la pobreza, impuestos altos al capital, servicios públicos nuevos y nuevas redes de apoyo para los más débiles, el liberalismo se rearmaba ideológicamente y ya en el año 1938, Mises y Hayek, dos austríacos que rechazaban la democracia social, representada por el New Deal de Roosbelt y el desarrollo gradual del Estado del bienestar británico, acuñaban el término neoliberalismo y empezaron a crear un desarrollo intelectual económica alternativo que luego fue seguido por el estadounidense Milton Friedman. Reducciones masivas de impuestos de los ricos, destrucción del sindicalismo, desregulación, privatización y tercerización y subcontratación de los servicios públicos, era la alternativa que se terminaría imponiendo en todo el mundo cuando la socialdemocracia entró en crisis en los años 70, y Thatcher y Reagan de la mano del FMI, Banco Mundial, Tratado de Maastricht, Organización Mundial del Trabajo y hasta partidos de izquierda como el Laboralista o el Partido Socialdemócrata Alemán se reconvirtieron en social-liberales.

Las cuatro últimas décadas se han caracterizado por una transferencia de riqueza de los pobres a los ricos y de los ricos de los que ganan dinero produciendo bienes o servicios a los que ganan dinero controlando los activos existentes y recogiendo beneficios de renta, intereses o capital.

Se instaura un sistema de franquicias que aseguran que los trabajadores no sepan para quién trabajan, empresas registradas en redes de paraísos fiscales tan complejas y secretas que ni la policía puede encontrar a sus propietarios; sistemas de desgravación fiscal que confunden a los propios Gobiernos y productos que no entiende nadie.

Cuando las políticas económicas de laissez-faire llevaron a la catástrofe de 1929, Keynes desarrolló una teoría completa para sustituirlas. En el año 2008, cuando el neoliberalismo fracasó, no había nada. Tampoco hay una respuesta política a la crisis también producida por el neoliberalismo en este ámbito y la reaparición de ese monstruo olvidado de la ultraderecha, en torno al nacionalismo y el cierre de fronteras es su resultado.

En España la derecha quiere volver a poner el tema de Cataluña y Venezuela en el centro del debate. Repiten consignas, símbolos y apelan a sentimientos espurios y no les importa nada ni los hechos ni los argumentos.

En estas semanas próximas, espero de la izquierda de este País, espero del PSOE también, se centre en titulares que tengan que ver con las necesidades de la gente que no encuentra empleo y otros derechos que les permitan vivir con dignidad. Buscar titulares como: “no tomaremos ninguna decisión que conlleve más pobreza y desigualdad”; “nos importa la gente que peor lo está pasando”; “aseguraremos las pensiones públicas, porque es el mejor pasaporte para el porvenir de la gente”; “no criminalizaremos a las personas que están en desempleo”; “estamos convencidos de que los servicios públicos son la trinchera y baluarte de los que peor lo están pasando”… y que todo esto lo digan porque se lo creen y conocen a la gente a la que se lo proclaman.

En esta línea de propuestas, conocer la realidad en la que nos encontramos en la que los menores de 35 años que vayan a votar a la izquierda, no se acuerdan ni de los comunistas ni del califa de Córdoba, pero sí saben que no se identifican con la realidad política en la que nos encontramos. También reconocer que de los más de 11 millones de votos del 2008 a Zapatero, la mayoría se ha ido a la formación política con la que tendremos que entendernos políticamente a partir del 27 de junio, si es que queremos que haya alguna oportunidad de rescatar a la mayoría de la gente a través de la política.

Y entretanto, ir hilvanando un sistema político alternativo más allá del keynesianismo y neoliberalismo, que entre otras cosas tenga en cuenta también la crisis ecológica.

Gerardo Gutiérrez Ardoy

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