OPINIÓN | Crisis, revolución industrial y formación para el empleo

En el año 2007 Jeremy Ryfkin afirmaba que estábamos en plena tercera revolución industrial. Había habido una primera a caballo entre el siglo XVIII y XIX unida al carbón y a la máquina de vapor, una segunda de finales del siglo XIX unida al petróleo, electricidad e industria química y un siglo después, una tercera relacionada con internet y las energías renovables.

A finales del mismo año comenzó la crisis que se ha convertido en sistémica siete años después, con una economía infectada hasta el tuétano por los abusos de las ficciones creadas en torno a la economía financiera.

Ahora empiezan a publicarse estudios que nos dicen que se están alcanzando los PIB anteriores al inicio de la crisis, pero en el camino la desigualdad en el reparto del patrimonio y de las rentas ha sido la que ha ganado terreno.

Tenemos economistas que se dicen progresistas que a lo más que llegan a reconocer es que hay un problema grave con el millón seiscientos mil hogares españoles en los que están todos sus miembros en desempleo, porque no pueden consumir. Señores, y digo señores porque todos los que esto dicen son hombres, lo dramático es que estas familias no pueden acceder a un nivel mínimo de vida decente.

Ante esta realidad casi no nos hemos dado cuenta de que en estos años también ha aparecido lo que llaman la cuarta revolución industrial, ligada a la robótica e inteligencia artificial y esto tiene efectos directos en el mercado laboral y por ende en las cualificaciones profesionales y las necesidades de unos contenidos formativos que se vayan ajustando a esta realidad.

Resulta evidente que las empresas de mayor proyección en la actualidad son las del sector de la tecnología. Un dato que resulta sorprendente es que las tres compañías de mayor capitalización bursátil del mundo son Apple, Microsoft y Google. Tres empresas de perfil totalmente tecnológico. Si miramos lo que sucedía en 2007, tan sólo hace 8 años, las 3 empresas más grandes eran Wal-Mart, Exxon Mobil y Shell. De este Top 3, actualmente, sólo Exxon permanece entre las 10 más importantes. En el Ranking del 2007, ninguna de las tres firmas tecnológicas mencionadas anteriormente (Apple, Microsoft y Google) figuraban entre las 10 primeras.

Cada vez hay más gente que trabaja en puestos muy alejados de la materia que ha estudiado. Nos encontramos con una elevada oferta de titulaciones con poca o ninguna inserción laboral y con muchos puestos de trabajo que no tienen ninguna oferta de titulación por parte del sistema educativo actual. Es desalentador que haya un gran número de ofertas que no se pueden cubrir por falta de candidatos adecuados.

Hay centenares de empleos que en pocos años desaparecerán o se reconvertirán. Quién iba a pensar que los pilotos de aeronaves iban a tener un competidor tan directo como los drones, robots que son capaces de realizar cualquier trabajo relacionado con la medición, observación, prevención o ataque militar desde la altura, dirigidos desde tierra.

Los trabajadores deberán ocuparse de mejorar su empleabilidad a lo largo de la vida, adecuar la misma a las necesidades del mercado en cada momento y hacerlo a gran velocidad. La marca personal sustituirá al currículum vitae para la mayoría de los perfiles profesionales, los portales de empleo y redes sociales aumentarán su liderazgo para la búsqueda de empleo. Veremos organigramas más difusos en las organizaciones, las jerarquías no serán tan claras. Cada vez serán más comunes los equipos virtuales de trabajo, lo que en muchos trabajos implicará una mejora sustancial de las competencias digitales de los trabajadores. Habrá que afrontar el reto de la coexistencia de varias generaciones de personas en el trabajo. Los directivos analógicos irán desapareciendo con el tiempo, no tendrán cabida en los nuevos organigramas de las organizaciones. Las empresas deberán ser capaces de integrar a personas con fuertes marcas personales que querrán seguir desarrollando su marca, o se perderán una gran porción del talento existente.

La cuestión demográfica puede jugar a favor de la mejora de oportunidades en el mercado laboral si las Administraciones Públicas son capaces de desarrollar planes serios de recualificación de gran parte de las personas que tenemos en la actualidad en el mercado laboral y de desarrollar planes de estudios acordes con la realidad, sin perder la parte humanista de la formación, la relacionada con poner a la personas en el centro de lo que importa.

Resultado de esa evolución demográfica será que los jóvenes españoles van a tener oportunidades de trabajo, al combinarse un importante relevo generacional con una disminución importante del número de personas menores de 35 años. Hay que tener en cuenta que en la próxima década habrá casi 9 millones de jubilaciones en el mercado laboral español y más del 70% del empleo creado tendrá que ver con perfiles profesionales que exigen mayor cualificación que responderán a las características de los titulados con estudios universitarios o formación profesional superior.

En una respuesta adecuada, firme y contundente, desde los Servicios Públicos de Educación y de Empleo, sin complejos, con presupuesto suficiente, sin cambios en los planes de estudios cada pocos años pero lo suficientemente flexibles y ágiles para amoldarse a la realidad en cada momento, es donde nos jugamos el futuro que ya está aquí.

Y en estos Servicios Públicos, personal asesor técnico bien formado de entrada y a lo largo de toda su vida profesional, conocedor de toda esta realidad y con la suficiente empatía y motivación para ponerse en el lugar de los trabajadores que necesitan un acompañamiento personalizado a lo largo de toda su vida laboral, para evitar que solamente los que tengan la mejor información y más medios económicos para conseguirla, sean los que tengan más fácil la adaptación a este nuevo tiempo.

Rompamos la inercia de la desigualdad y situemos a la persona en el centro de lo que importa.

Gerardo Gutiérrez Ardoy

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