Una madre de La Roda desafía a la genética como empresaria

/Llanos Esmeralda García/ Fotos: Javi Romero/

Para una mujer el nacimiento de un hijo además de ser motivo de alegría supone un cambio de vida, aunque para María Dolores Blasco ser madre le ha supuesto no sólo tener el tesoro más grande sino que le ha servido para superarse personal y profesionalmente. Gracias al esfuerzo y dedicación como madre de tres niños afectados por una enfermedad muy poco conocida, lisinuria, le ha valido para aferrarse a la vida y luchar por sacarlos adelante, unos por lo que ha sabido reinventarse y darle la vuelta a un problema en el que la mayoría de las personas podrían afligirse a sacarle partido a la enfermedad. Desde el año 2009, esta madre hizo con los únicos alimentos que pueden comer sus hijos el motor económico y social para que su familia y otras afectadas por la misma enfermedad sepan y tengan alimentos que ofrecer a los suyos una vez se abra la nevera. Empresaria y madre incansable le ha valido el reconocimiento de Asociación de Mujeres Empresarias de Albacete y Provincia, (Amepap) otorgándole el premio a la ‘Empresa Exportadora’, aunque éste no ha sido el único premio que se le ha otorgado puesto que en 2012 Alecaran Matabólicos fue galardonada por el Ayuntamiento de La Roda con el premio ‘Joven Empresa Innovadora’.

premio comida proteinas 1Toda historia tiene un comienzo y un proceso hasta llegar al final feliz. En la vida de María Dolores Blasco aparece en 2003, a los 23 años, Alejandro, un bebé aparentemente normal hasta que a los ocho meses su organismo no tolera la comida que se le introduce “comenzó a vomitar, acompañado de fuertes diarreas, acudimos al pediatra y nos decía que tenía gastroenteritis”. Durante un mes y ante la desesperación de sus padres, tras varios ingresos del niño y numerosas pruebas que no daban con lo que le ocurría, tras el paso de los meses, acudieron a varios médicos de pago “tres en Albacete, uno en Madrid, tres en Valencia, y no daban con lo que era; a la vez fuimos a un biólogo a Madrid hasta incluso a curanderos porque el nene se moría y nadie me decía nada”, explica Maria Dolores, “con dos años se quedó en siete kilos”. Una madre desesperada a la que le decían que su hijo no tenía nada “íbamos a urgencias al hospital y le daban agua, ahora sabemos que el agua no tiene proteínas pero entonces como no la vomitaba te daban el alta”, hasta que los 21 meses “entrando en coma, con el amonio alto”, le detectan la enfermedad, lisinuria, “fue la alegría más grande del mundo”, detalla María Dolores. A partir de ese momento, los padres de Alejandro respiraron, los médicos informaron y explicaron lo que era la enfermedad, “aunque tampoco te dan la información que un padre quiere saber, sólo te dicen que tu hijo se tiene que alimentar con fruta y verdura, que no puede comer proteínas pero no entiendes exactamente ni dónde puedes ir a comprarla ni si existen otras alternativas”, al final dice esta madre, “me tuve que buscar la vida”.

Enfermedad

Y, ¿qué es la lisinuria?, quizás se sepa que es una enfermedad en la que el organismo no tolera las proteínas de los alimentos pero, va más allá porque estos enfermos sólo pueden consumir una cantidad muy pequeña de proteínas al día, con lo que el número de productos a ingerir se les reduce notablemente. “Me explicaron que era una enfermedad metabólica, el cuerpo de mi hijo no aceptaba la lisina de las proteínas, por ello toma una medicación para que metabolice las pocas proteínas que adquiere”, consecuencia de conocer la enfermedad, explica María Dolores “sucedieron una serie de problemas hasta que mi hijo se recuperó”. Lejos de que la enfermedad sea el problema y eje central de la vida de Alejandro, su madre ha conseguido hacerle vivir con su enfermedad lo más normalizada posible, “saber de ella le hace crecer y aunque todavía hoy tenemos que seguir trabajando con él en aspectos como la coordinación”, no le supone un problema con otros niños, es un niño normal que monta en bicicleta,  corre e incluso le gusta el mundo de la cocina.

premio comida proteinas 3Cualquier niño necesita de la compañía de otro para crecer, para divertirse para formarse como persona y para adquirir unos valores y lazos familiares que sólo se consiguen con la llegada de uno más, así, María Dolores se animó a tener un segundo hijo, a pesar de que “no encontraban el gen que originaba nuestra enfermedad”. Una enfermedad que establece bajo criterios de probabilidad que de cada cuatro hijos nacidos sólo uno de ellos tendría la enfermedad, una “quiniela” que para ellos no fue como estadísticamente está estipulada. En 2007 llega Carlos, afectado también por lisinuria, con la diferencia de que a él desde su nacimiento “le realizaron las pruebas pertinentes y ha llevado y lleva una vida totalmente normal”. Pero, no hay dos sin tres si la dicha es buena, y sin pensarlo llega a la familia Andrea, también con la enfermedad, una a estas alturas asumida y controlada. Tres niños que dan sentido a la vida de sus padres por los que luchan día a día, una madre que ha partido precisamente desde el primer momento por entender y ofrecer esa alimentación que requieren tan específica. “Cocinitas” como María Dolores se define, cuando conoció con qué alimentar a sus hijos se decidió a elaborarles ella misma los alimentos que requerían, “gracias a que mis padres tenían una carnicería, y contaba con la maquinaria adecuada, empecé a hacer salchichas o hamburguesas con las que alimentaba a la par que divertía a mis hijos”. De ahí partió la idea de montar una empresa que se dedicara a realizar comidas con alimentos bajos en proteínas, conformadas por fruta y verdura, con la patata como ingrediente estrella “le pongo grasas, especias, harinas, leches bajas en proteínas o sucedáneo de huevo bajo en proteína”. Esta madre ha tenido que aprender de nuevo a cocinar porque como ella dice “éste tipo de cocina no tiene nada que ver con la tradicional, tanto en la forma de amasar como en las cantidades”.

Empresa

Pasados los años esta familia consiguen superar el día a día y deciden montar una empresa, Alecaran Metabólicos S.L. dedicada a la fabricación y comercialización de este tipo de productos bajos en proteínas con ingredientes de alta calidad. María Dolores Blasco ha sabido consolidar así un negocio con una trascendencia social destacable puesto que sus productos amplían el escaso abanico de alimentos que existen en el mercado. “Me decido a montar la empresa cuando tras congresos a los que iba y llevaba los alimentos que les había elaborado a mis hijos muchas madres me decían lo bueno que estaban, incluso me pedían que les llevara”.

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premio comida proteinas 6No sólo esta empresaria ha querido apostar por sus hijos, unos que son fuente de inspiración hasta en el logotipo de la empresa, sino también ha sabido ayudar a otros padres que como ella tienen este problema, incide en que “hay que dar a conocer esta enfermedad”. No sólo sus hijos, sino otros muchos niños y enfermos que no toleran las proteínas pueden comer hamburguesas, pizzas, salchichas, chorizos, galletas, lasañas, empanadillas, croquetas de jamón, de queso, de bacon “con la peculiaridad de que las salchichas no llevan carne y la hamburguesa tampoco, es todo sucedáneo. Estamos preparando ahora para sacar mortadela y salchichón”. Una empresa que ha sabido salir adelante gracias al empuje y decisión de María Dolores, “me ha costado mucho sacar la empresa puesto que es un público que, si no es por medio de asociaciones o de médicos, o las mismas familias que nos vamos poniendo en contacto, es muy difícil llegar a ellos. Nadie lleva un cartel en la frente que ponga: “Yo no como proteínas”. Inquieta llega a congresos para elaborar la comida de los niños, a convivencias y hasta elabora degustaciones.

Reconocimiento

premio comida proteinas 9Ahora, con el paso de los años el reconocimiento de esta madre y empresaria le ha venido en forma de premio por Amepap, aunque éste ya lo tuviera por todos aquellos que la conocen, “para mí es muy grande porque me ha costado mucho llegar hasta aquí, económicamente son productos muy caros y todas las familias no se lo pueden permitir, por eso creo que mi negocio no está enfocado a ganar dinero porque, de lo contrario, ya puedo cerrar la puerta”. Una enfermedad de la que tampoco puede conseguir alivio económico puesto que ni ayudas tiene, pero aún así afronta la enfermedad y la empresa con una sonrisa que le hace hasta pensar en exportar al extranjero ya que a día de hoy sus productos bajos en proteínas llegan a toda la geografía española. Son muchas las familias que se ponen en contacto con ella para encargar sus productos, incluso asegura que recibe llamadas en las que no sólo ejerce como empresaria sino que hace de psicóloga, “me llaman para contarme su situación, les oriento, dudan y con ello les amplío información sobre una alimentación a la que se enfrentan como un mundo nuevo. Cuando prueban los productos y ven que son de calidad y que sus hijos los comen, me llaman emocionados y repiten”. Un público contento y satisfecho de unos productos elaborados con todo el amor del mundo “la madre que tiene en su familia esta enfermedad y abre el frigorífico sabe lo que significa ofrecer una alimentación variada”, y es que si de toda esta experiencia se puede sacar algo en claro es que para Maria Dolores “no son clientes, son mis niños”.

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