OPINIÓN | Más y mejor empleo con la economía social, por Gerardo Gutiérrez

La economía social es muy diversa e incluye varias fórmulas jurídicas: cooperativas en todas sus variantes, sociedades laborales, mutualidades, fundaciones, asociaciones, empresas de inserción, centros especiales de empleo, etc., en torno a principios que ponen al ser humano en el centro de lo que importa, no mandando el capital y sin ser su fin último el beneficio privado.

Se gestionan de forma autónoma, transparente y democrática, promocionando la solidaridad interna y con la sociedad y favoreciendo el compromiso con el desarrollo local, la igualdad de oportunidades y la cohesión social. Trabajar con capital pero no para el capital, consiguiendo mayor dignidad para las personas que trabajan en este ámbito.

Hasta la brecha salarial entre los que más cobran con respecto a los que menos, no suele superar las tres veces, cuando en el entorno empresarial común, la brecha llega a 127 veces.

Ha resistido mejor la crisis. Desde el 2008, las cooperativas han perdido el 10% del empleo, mientras que los autónomos han caído el 15%, los asalariados del sector privado, el 20% y el número de empleadores es un 25% menor.

A la vista de las cifras que encontramos resumidas en uno de los números de la revista “Alternativas Económicas”, la economía social aporta 14 millones de empleos a la UE, de los cuales, 1,2 están en España y si se incluye el empleo indirecto, el impacto alcanza a 2,3 millones de trabajadores en 44.500 empresas con una facturación de 150.000 millones, equivalentes al 12% del PIB, según estimaciones de CEPES, la organización de la economía social. Son 200.000 entidades en España, con 38 millones de socios y 100.000 millones de euros de facturación (10% del PIB).

Pero es mucho el recorrido en la creación de empleo que se puede generar, como se puede comprobar simplemente mirando a nuestro alrededor, como Italia, donde la economía social mantiene a un 10% de la ocupación. En España, representa poco más del 6%, lo que significa que son miles de empleos los que se podrían generar en torno a este tipo de relaciones laborales y empresariales.

Se dan condiciones para un salto adelante: cambios culturales derivados de la crisis económica y social, mayor capacidad de resistencia e irrupción en grandes sectores estratégicos como la banca.

Y dentro de la economía social, encontramos también muchas experiencias que se encuadran en la “economía solidaria”, el segmento de la economía social con los estándares más exigentes de democracia, beneficio social y transparencia. Es un sector más militante y no por ello menos eficiente, que se agrupa alrededor de la Red de Redes de Economía Alternativas y Solidarias (REAS). Las cifras de este segmento en España son aún modestas, pero han crecido mucho pese a la crisis. Un buen medidor de su auge son las Ferias de la Economía Solidaria, que arrancaron en 2012 en Barcelona y se ha extendido con éxito a Madrid, Zaragoza, Bilbao y Pamplona. Castilla la Mancha es de las pocas CC.AA. que no están integradas en la Red. ¿Por qué no integrarnos en la REAS y organizar la primera feria de economía social y solidaria en Castilla la Mancha, y que sea aquí, en Albacete?

Gerardo Gutiérrez Ardoy

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